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Pie diabético, ¿Cómo detectar sus síntomas y evitar las lesiones?

  • El exceso de azúcar en la sangre puede dañar los nervios y los vasos sanguíneos de los pies.
  • Entre el 15% y el 25% de pacientes con diabetes mellitus padecerán una úlcera en el pie.

11 noviembre, 2021

Rebeca Gil

Uno de los problemas más comunes, pero poco conocidos, derivados de padecer diabetes es el daño que esta patología puede producir en los pies.

Según pasa el tiempo, el exceso de azúcar en la sangre puede dañar los nervios y los vasos sanguíneos. El daño puede ser tal que el paciente pierda totalmente la sensibilidad en los pies, con lo que no sentirá cualquier herida o erosión que se produzca en esta zona.

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Además, al recibir menos sangre y oxígeno, las heridas que se produzcan en las extremidades serán más difíciles de curar.

Según los datos del Ilustre Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana (ICOPCV) entre el 15% y el 25% de las personas con diabetes mellitus padecerán una úlcera en el pie a lo largo de su enfermedad.

Pero hay más. Los expertos calculan que un 85% de estos casos se complicarán lo que provocará la amputación de alguna parte de los miembros inferiores.

«La insistencia continua del Colegio de Podólogos a la Administración Pública de la necesidad de incluir esta especialidad sanitaria en el sistema nacional de salud, es preciosamente porque con revisiones periódicas por parte de un podólogo podría hacerse un gran trabajo de prevención que reducirían exponencialmente estas complicaciones en población vulnerable como son las personas que padecen diabetes», ha asegurado la presidenta del ICOPCV, Pilar Nieto.

 

 

 

Recomendaciones para evitar el pie diabético

Ante esta situación, desde el Colegio de Podólogos de la Comunidad Valenciana se ha elaborado un decálogo para cuidar los pies de las personas que padecen esta enfermedad y prevenir complicaciones como úlceras, que en su caso pueden ser peligrosas debido a sus problemas para cicatrizar:

  1. Inspeccionar a diario los pies para observar la presencia de ampollas, grietas o erosiones.
  2. Si se desgarrara la piel, debe limpiarse la zona con jabón y agua, aplicar un antiséptico y poner un apósito estéril. Lo mejor es no poner el esparadrapo directamente en la piel y no enrollar los dedos porque esto puede dificultar la circulación de la sangre.
  3. La visita al podólogo va a ser imprescindible. Hacerlo de forma rutinaria y, sobre todo, si apareciera una úlcera, ampolla, herida o cualquier otra alteración, aunque sea indolora, hay que acudir a estos profesionales sanitarios de forma inmediata.
  4. Mantener los pies limpios, secos y suaves. ¿Cómo? Pues lavándolos con un jabón neutro y secarlos exhaustivamente sin frotar, especialmente entre los dedos para evitar la maceración de la zona y que pudieran aparecer hongos.
  5. Hidratar los pies adecuadamente, excepto entre los dedos. Es recomendable no dar paseos largos justo después del baño para que la piel se recupere y la crema se reabsorba.
  6. Hay que evitar situaciones que puedan provocar lesiones en los pies. Por eso, es recomendable no utilizar instrumentos cortantes o punzantes (tijeras, cuchillas, cortaúñas, agujas, etc.). El manejo de las durezas y las uñas deben estar a cargo de un podólogo. Y, por supuesto, hay que evitar el uso de agentes químicos, como los callicidas, porque pueden producir quemaduras y no caminar descalzo.
  7. Deben evitarse las temperaturas extremas. En invierno es aconsejable mantener los pies calientes con calcetines de lana y algodón y no aplicarles calor directo mediante bolsas de agua, mantas eléctricas, etc.
  8. Las personas que padecen pie diabético nunca deben ir sin medias o calcetines y éstos han de ser anchos y sin costuras para no restringir la circulación.
  9. Utilizar un calzado de puntera redondeada, acordonado, con suela antideslizante y tacón bajo. Debe estar confeccionado en materiales naturales para favorecer la transpiración y ser flexible para que se amolde perfectamente al pie.
  10. Cuando se compren zapatos nuevos, hay que inspeccionar con la mano el interior del calzado para detectar costuras o cualquier otro elemento que pudiera causar erosiones o laceraciones. Además, hay que utilizarlos poco a poco para que se amolden al pie y revisar después de su uso si hubieran provocado ampollas o zonas rojas.

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