Avanzamos en la llamada «nueva normalidad». Pero cada día hay más brotes activos de Covid-19. Se está produciendo un aumento muy preocupante de casos sobre todo en determinados colectivos como, por ejemplo, los jóvenes.
Muchos expertos apuntan a que lo peor está por llegar. Lo más probable es que tengamos que seguir conviviendo con este coronavirus bastante tiempo. Es muy difícil que se consiga una vacuna eficaz y que se pueda fabricar para miles de millones de personas, hasta mediados o finales del año que viene.
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Científicos del MIT, que tiene fama de ser la mejor universidad del mundo, estiman que, para entonces, hasta 600 millones de personas podrían haberse contagiado de Covid-19. Decenas de millones de personas podrían morir.
Tenemos ganas de que la pesadilla se acabe. Pero, nos guste o no, vamos a tener que convivir, seguramente durante un año o más, con el SARS-CoV-2.
En último término, la importancia de los rebrotes va a depender de cómo lo hagamos. Y no se aprecian motivos para el optimismo: Desde jóvenes que asisten a fiestas para contagiarse la Covid-19 (a pesar de que varios de ellos mueren una vez contagiados), hasta jueces que echan por tierra decretos de confinamiento, las noticias sobre comportamientos suicidas abundan. Y veremos lo que hacen los colectivos anti-vacunas cuando dispongamos de una.
El desprecio al conocimiento empieza a verse en que algunos grupos ya han empezado a protestar en contra de los divulgadores científicos.
En buena parte, los políticos son culpables al haber minimizado el problema: Si con los accidentes de tráfico hubiesen seguido la misma política de ocultación, sería imposible que hubiese bajado la siniestralidad.
Decenas de miles de personas murieron en nuestro país. Y la Covid-19 no solo mata a los viejos: murió gente de mediana edad, jóvenes e incluso niños. ¿Por qué ocultar los testimonios de tantas familias destrozadas?
Al final estamos librando una batalla contra la incompetencia y la estupidez. Puede que sea una batalla perdida, pero hay que librarla.
Por eso, desde BuscandoRespuestas.com hemos hecho una revisión detallada del riesgo asociado a diversas actividades de nuestro día a día, basado en lo que han publicado diversos colectivos médicos. Son las siguientes.
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1º Actividades de bajo riesgo:
Actividades de ocio, al aire libre y a título individual como:
Dar un paseo por el campo o la montaña (siempre que se mantenga una distancia grande, de 5 o más metros) con otras personas.
Deporte al aire libre lejos de otras personas (por ejemplo, jugar un partido de tenis individual, jugar al golf…) sin utilizar nunca vestuarios y duchas comunes.
Actividades económicas como:
Repostar gasolina (mejor si es con guantes que tiremos nada más usar, y con mascarilla).
Comprar en establecimientos que guarden buenas medidas de seguridad (con mascarilla, guantes, gel hidroalcohólico y manteniendo las distancias).
Conseguir comida para llevar en un restaurante que respete todas las normas anti-Covid-19 (con mascarilla, guantes, gel hidroalcohólico y manteniendo las distancias).
Actividades varias como:
Ir en coche particular con las personas con las que se convive habitualmente.
2º Actividades de riesgo medio
Actividades de ocio, en pequeños grupos al aire libre como:
Ir a caminar o pasear en bicicleta con 2 o 3 amigos.
Ir a la piscina de una pequeña urbanización cumpliendo todas las reglas
Ir a playas poco masificadas cumpliendo todas las reglas
Tomar una cerveza o comer en una terraza al aire libre en establecimientos que respeten todas las normas anti-Covid-19 (con mascarilla, guantes, gel hidroalcohólico y manteniendo las distancias).
Ir a un hotel solos o en pareja.
Actividades económicas como:
Trabajo presencial en oficinas bien ventiladas, con distancias de seguridad y asistencia de muy pocas personas.
Actividades varias como:
Ir a un museo.
Reunirse 3 o 4 amigos en una casa. Visitar a un familiar o un amigo en su casa.
3º Actividades de riesgo elevado
En estos casos debemos ser extremadamente prudentes y y lo mejor sería hacerlos las menos veces posibles, incluso siguiendo a rajatabla las medidas de protección (mascarilla, guantes, gel hidroalcohólico, mantener las distancias de seguridad)
Actividades de ocio como:
Comer en el interior de un restaurante.
Viajar en avión, tren o autobús.
Practicar deportes de equipo como fútbol o baloncesto.
Actividades económicas como:
Asistir al trabajo presencial todos los días en oficinas con docenas a cientos de personas.
Comprar en un centro comercial.
Actividades varias como:
Estar en la sala de espera del médico. Estancias en centros sanitarios.
Asistir a reuniones de cualquier tipo (siempre menos de 40-50 personas recordando que mientras más gente, peor)
4º Actividades de riesgo extremo
Estas actividades lo mejor sería evitarlas en todos los casos.
Actividades de ocio como:
Comer en un buffet
Permanecer en el interior de un bar masificado
Ir a conciertos, cine, teatro, espectáculos y eventos deportivos que estén masificados
Ir a gimnasios con elevada densidad de gente
Ir a piscinas públicas masificadas.
Actividades económicas como:
Ir a congresos y workshops con mucha gente y de distintos países
Actividades varias como:
Asistencia a clases masificadas.
Estrecharse la mano.
Utilizar los ascensores.
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En todo caso, y para ser útil en cualquier circunstancia, lo mejor es pensar: El coronavirus necesita replicarse dentro de las células de las personas. Y salir a través de las gotitas que se producen al toser y estornudar y en menor medida al hablar, e incluso al respirar. Pueden contagiarnos por la nariz, o por la boca, o incluso a través de los ojos.
Reducir nuestros contactos, mantener la distancia, usar mascarilla, en en casos de mayor riesgo ponerse gafas, y estar en lugares donde estas gotitas no permanezcan largo tiempo en el aire y puedan concentrarse en gran cantidad, es esencial. Y sigamos teniendo cuidado para no llevar con las manos coronavirus que hubiesen podido caer en superficies.
Sé inteligente. Actúa con prudencia. Es mejor.
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