BuscandoRespuestas
Actualidad médicaSalud

En el aeropuerto de Shanghái recomiendan llevar mascarilla y gafas

29 febrero, 2020

No te pierdas: ‘El Diario de Bea’ »

Nihao!

Soy Beatriz, trabajo en China y hoy vuelvo a encontrarme en la misma entrecruzada de nervios y preguntas que hace tres años.

¡SÚMATE A NUESTRA COMUNIDAD!

Podrás escuchar nuestros podcast, recibir un boletín semanal con las novedades, escribir comentarios, enviar preguntas…

Y es que ir a China hoy se convierte en una aventura todavía más apasionante que la de alejarse más de 10.000km para amanecer en un mundo completamente distinto.

Soy profesora de español en el continente asiático. En una ciudad que se llama Yiwu. A menos de 600 kilómetros de Wuhan, que hoy es una ciudad mundialmente conocida.

Allí coordino el departamento de español en un colegio internacional con estudiantes de bachillerato dispuestos a venir a España e integrarse en nuestras aulas para preparar la selectividad.

La primera vez que me dispuse a dejar España tenía apenas 23 años y era una recién postgraduada que acababa de terminar filología hispánica y el máster de español para extranjeros.

En ese momento me surgió la oportunidad y decidí que me tocaba dar un paso de gigante y cargarme de fuerzas para coger el primer avión de mi vida, sola, en dirección a China para ejercer mi primer puesto de trabajo profesional, aprender idiomas, ser ama de mi casa, de mi economía, de mi vida.

Por esto mismo, ahora, tras el periodo vacacional chino, me siento con la capacidad de decidir, y he decidido de nuevo ir allí. Muchos pensaréis que con riesgo, y yo también lo pienso, aunque seguramente lo vemos de forma diferente.

La explosión del Coronavirus de Wuhan nos tiene a todos un poco desconcertados.

Yo soy bastante escéptica a creer que este virus es una gran amenaza, aunque para ser sincera no puedo afirmar que me voy tan tranquila como otras veces.

Además de dejar a algunas personas preocupadas, en este viaje me acompañan sensaciones nuevas, un equipaje completamente distinto y mucha, mucha incertidumbre.

Por un lado, me voy como volando entre las nubes. Pero esta vez, más que en el asiento de un avión voy volando ligeramente con los brazos extendidos porque para muchos estoy “loca” y para otros soy muy valiente.

Y todo esto me hace olvidar que solo se trata de un viaje más para volver a mi hogar.

Por otra parte, he tenido que hacer un equipaje algo distinto: mi hermana (que es farmacéutica) me ha preparado un botiquín y me ha llenado una mochila de mascarillas (¡con instrucciones!) ya que allí es complicado encontrarlas.

Y mi madre me llevó de excursión al supermercado para que fuese preparada ¡por si allí no hay comida!

Y la verdad es que ni lo sé. Porque lo cierto es que tras ciento cincuenta preguntas a amigos, compañeros o alumnos chinos solo he llegado a la opaca respuesta de que queda poca comida en los supermercados y de que lo que hay está al doble de precio. Pero… tengo ganas de verlo con mis propios ojos.

Esto es lo que hace que esta vez ir a China sea diferente.

La información que me llega es apenas inexistente, supongo que porque no tienen mucho que decir. Ellos son poco dados a comunicar y nosotros ya nos hemos encargado todos de hablar sin parar.

Pero esto no quita que tenga algunas preguntas. Y que el gobierno o los medios de comunicación no nos avisen de nada me obliga a acudir a mis propias fuentes (compañeros o amigos).

Pero ¿he llegado a alguna conclusión? No.

¿He tenido respuestas que me hayan dejado satisfecha? No.

Esta sensación allí la he tenido siempre: querer profundizar en un tema o querer comprender algún aspecto cultural o social que les compete y sentir que no he llegado a ningún puerto.

Pero esto no puede quitarme el sentimiento de que es un país en el que confío y al que le tengo cariño porque al fin y al cabo allí hay una parte de mi vida.

Y aunque esté muy a gusto en mi casa de Madrid, trabajando un tercio de las horas de mi contrato de manera on-line con el mismo salario (bueno, mismo no, noticia de última hora desde el colegio es que ingresaremos el 88% del salario. llí las pocas noticias que comunican siempre son de última hora), creo que me toca volver, reencontrarme con el pisito que limpié antes de ‘cerrarlo por vacaciones’, con mi cama y mis libros y mi rutina.

Pero, y esto es lo último que quiero contaros por hoy: mi miedo.

¿De verdad podré volver a mi rutina?

El avión que tomo llega a Shanghái a las 23:00h, hora en la que no tendré transporte público para llegar a ninguna parte.

No he podido dejar contratado ni un servicio de transporte privado ni un hotel porque el colegio no me advierte de lo que tengo que hacer una vez llegue a China.

Ahora me dice que debo cumplir una cuarentena de 14 días en mi domicilio, pero… ¿podré llegar a mi casa dado que vivo a 350km de Shanghái?

Se me haría agradable dar un último paseo por sus preciosas calles, bajo el blanquecino cielo antes de encerrarme en un piso que hace tiempo que no veo y que temo acabar aborreciendo.

Pero ¿podré quedarme una noche allí, en Shanghái, y después ir a mi ciudad en tren? ¿De qué se tratan exactamente estos catorce días de encierro? ¿Vendrán médicos por sorpresa a tomarme la temperatura?

Y qué hay del inicio del curso ¿Por qué cada semana lo retrasan más pero el aviso es completamente ajeno a los estudiantes? ¿Cuándo podré trabajar? ¿Estarán las tiendas, cafeterías, restaurantes, mercados… abiertos?

En fin, el virus no me preocupa –espero no equivocarme- pero sí me asusta otro tipo de virus, que además visto lo visto parece más peligroso, y es el “virus psicológico” de soportar la posible nueva vida que pueda tener allí que, la verdad, no tengo ni idea de cómo va a ser.

Pero bueno, para eso también llevo un botiquín, que es este pequeño diario en el que día a día os iré contando.

Encantada de conoceros a todos y hasta mañana, o como dirían en una tiendecita china de alimentación: baibai.

Noticias relacionadas