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Distancia, mascarilla y ‘gafas’, las únicas defensas contra el SARS-CoV-2… hasta que haya medicinas

  • Sin medicinas ni vacunas disponibles en el futuro inminente, la prevención de la infección es el mejor enfoque y una prioridad urgente
  • Los hallazgos de este informe basado en 172 estudios, en 16 países y en todos los continentes, proporcionan la mejor evidencia
  • Mientras llegan tratamientos farmacológicos, estas tres intervenciones simples y comunes son científicamente lo mejor que tenemos

04 junio, 2020

Según publica la prestigiosa revista médica, ‘The Lancet’, tras la investigación más completa que se ha realizado sobre medidas de precaución frente al Coronavirus SARS-CoV-2: la distancia física, las mascarillas y las ‘gafas’ son realmente eficaces.

Un equipo internacional de investigadores ha afirmado con datos fiables y rigurosos lo que desde un principio se ‘ejecutó’ en algunos países con magníficas consecuencias para su población: la mascarilla evita contagios.

Como dice el informe, “a 28 de mayo de 2020 el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) ha infectado a más de 5,85 millones de personas en todo el mundo y ha causado más de 359.000 muertes”.

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“Hemos sufrido incluso bloqueos de emergencia en países de todo el mundo, y el efecto sobre la salud, el bienestar, los negocios y otros aspectos de la vida cotidiana se sienten con dureza en las sociedades y en los individuos”.

Pero de momento no existe intervenciones farmacológicas efectivas ni vacunas disponibles en el futuro inminente, por lo que reducir la tasa de infección (es decir, aplanar la curva) es una prioridad urgente. Y la prevención de la infección es el mejor enfoque para lograr este objetivo.

“Sabemos que el SARS-CoV-2 se propaga de persona a persona a través del contacto cercano y causa la enfermedad COVID-19. Y en el futuro previsible actualmente (es decir, hasta que esté disponible una vacuna o tratamiento seguro y efectivo), la prevención continuará dependiendo de intervenciones no farmacéuticas, incluida la mitigación de pandemias en entornos comunitarios”.

Por lo tanto, la evaluación cuantitativa del distanciamiento físico es relevante para informar de una interacción segura en entornos de atención médica y no médica.

Así que lograr una definición de contacto cercano o potencialmente expuesto es una eficaz manera de ayudar a estratificar el riesgo, rastrear contactos y desarrollar documentos de orientación. Pero estas definiciones difieren en todo el mundo. Y es necesario buscar un consenso científico urgente, aunque pueda completarse o confirmarse más adelante.

Datos de los cinco continentes

Para la realización de este informe se hicieron búsquedas en 21 bases de datos y recursos, desde el inicio hasta el 3 de mayo de 2020. Sin restricción por idioma y para estudios de cualquier diseño que evalúe el distanciamiento físico, las máscaras faciales y la protección ocular para prevenir la transmisión de los virus que causan COVID-19 y enfermedades relacionadas (como el síndrome respiratorio agudo severo) entre individuos infectados y personas cercanas a ellos (por ejemplo, miembros del hogar, cuidadores, trabajadores de la salud…).

El estudio no deja lugar a la duda y afirma en sus conclusiones que “el distanciamiento físico, el uso de máscaras faciales y la protección ocular son aceptables, factibles y tranquilizadoras”.

Hasta el punto de asegurar que el impacto de su uso puede reducir “enormemente” la probabilidad de contagiarse de Covid-19.

La investigación ha sido exhaustiva y ha consistido en una revisión sistemática de 172 estudios observacionales en entornos de atención médica y no médica, en 16 países de todos los continentes. Se incluyeron 44 estudios comparativos en un metanálisis, con 25.697 pacientes de COVID-19, SARS o MERS.

Los hallazgos son los primeros en sintetizar toda la información directa sobre COVID-19 y, por lo tanto, proporcionan la mejor evidencia disponible para informar del uso óptimo de tres intervenciones comunes, no farmacéuticas y simples, que pueden ayudar a reducir la tasa de infección con la consiguiente mitigación de la pandemia en entornos no relacionados con la atención médica.

Distanciamiento

Los hallazgos de esta revisión sistemática proporcionan la mejor evidencia disponible de que las políticas de distanciamiento físico de al menos 1 metro están asociadas con una gran reducción de contagios.

De hecho, los investigadores le ponen cifras y afirman que el riesgo de infección pasa de ser de alrededor del 13%, si las personas están a menos de un metro, a reducirse considerablemente hasta sólo un 2,6%, si se respeta esa distancia.

Y aunque aseguran que por cada metro más el peligro se va reduciendo a la mitad, proponen los dos metros como distancia estándar.

Mascarillas y respiradores

Los datos recabados en este informe también infieren bastantes evidencias sobre que “el uso de máscaras faciales protege a las personas (tanto los trabajadores de la salud como el público en general) contra la infección por estos coronavirus”.

Y aseguran que el uso de las mascarillas disminuye el riesgo de infección hasta un 3,1% frente a un 17,4% cuando no se usan.

Además de la afirmación general, los autores del informe concretan la necesidad de utilizar modelos realmente eficaces. Y en ese contexto dejan clara la mayor protección que ofrecen las mascarillas, llamadas ‘respiradores’, del tipo N95 o similares utilizadas, sobre todo, en entornos sanitarios.

Nada menos que un 95% de seguridad frente al 77% de otros tipos de mascarilla.

Recordemos que los ‘respiradores’ son máscaras ajustadas, diseñados para crear un sello facial y dar una protección adecuada en dos direcciones, pues filtran tanto el aire que entra como el que sale.

Su protección viene indicada según la clasificación de filtrado que posea.

Y el equivalente europeo más cercano al respirador N95 y su capacidad de filtrado del 95%, son los respiradores con clasificación europea FFP2 / P2, que tienen una capacidad de filtrado del 94%.

Recordemos también que las mascarillas son piezas holgadas que cubren la nariz y la boca pero que están pensadas para proteger en una sola dirección.

Por ejemplo, las conocidas como ‘mascarillas de quirófano’ se utilizan durante una cirugía para evitar toser o estornudar sobre el paciente vulnerable. Pero en contra de la creencia popular, esas mascarillas no están diseñadas para proteger al usuario.

Tan es así que no tienen una clasificación de protección asignada, como sí existe en los respiradores.

Y en lo que también insiste varias veces este informe es que “las mascarillas multicapa son más protectoras que las máscaras de una capa”.

Una información puede ser vital para la gran proliferación de diseños de máscaras de tela hechas en casa, muchas de las cuales son de una sola capa, aunque queden muy bonitas y a la moda.

Porque las mascarillas que sirven son las quirúrgicas desechables o las fabricadas con algodón reutilizable de 12-16 capas. Porque, como se puede leer en la investigación, “una mascarilla debe tener tela resistente al agua, múltiples capas y un buen ajuste facial”.

Protección ocular

El informe bucea también en un tercer sistema de protección no farmacológica y añade otra afirmación menos generalizada pero no exenta de interés: “la protección ocular podría conferir un beneficio adicional.”

Así, consideran que pantallas, gafas… están asociados con un menor riesgo de infección, en comparación con la ausencia de cualquiera de estos elementos protectores de nuestros ojos.

Y de sus resultados se concluye que el riesgo de infección o transmisión al no utilizarlos es del 16%, mientras que utilizando algún protector de ojos la cifra disminuyó al 6%.

En definitiva, y tal y como dice el informe “el uso de mascarillas faciales y protección ocular es aceptable, factible y tranquilizador. Sin embargo, los desafíos incluyeron molestias frecuentes, un alto uso de recursos vinculado con una disminución potencial de la equidad, una comunicación menos clara y una menor empatía percibida de los proveedores de atención por parte de aquellos a quienes cuidaban”.

Y vuelve a insistir una vez más en que “Los responsables políticos a todos los niveles deberían, por lo tanto, esforzarse por abordar las implicaciones de equidad para grupos con acceso limitado actualmente a máscaras faciales y protección ocular. Porque «los efectos observados son grandes y clínicamente importantes en todos los estudios realizados».

No existe la protección total

Con todo, las conclusiones de estos investigadores dejan claro que “ninguna de estas intervenciones proporciona protección completa contra la infección, y su papel óptimo podría necesitar evaluación de riesgos y varias consideraciones contextuales”.

Y apunta con intención este equipo internacional de científicos, en sus conclusiones, que ya el informe de la Comisión del SARS de 2007 declaró y advirtió a los gobiernos:

– «… reconocer, como un aspecto de la seguridad del trabajador de la salud, el principio de precaución. Y que una acción razonable para reducir el riesgo es afirmar que el uso de un respirador N95 ajustado no necesita esperar certeza científica».
– «… si no aprendemos del SARS y no hacemos que el gobierno arregle los problemas que quedan, pagaremos un precio terrible en la próxima pandemia».

Y a esa petición que ya hicieron en su día para el personal sanitario, añaden ahora una cuasi exigencia a los gobiernos, para que pongan los medios que sean necesarios para proteger a la población en general:

“Los responsables políticos a todos los niveles deberían esforzarse por abordar las implicaciones de equidad para grupos con acceso limitado actualmente a mascarillas faciales y protección ocular. Una preocupación es que el uso de mascarillas en masa podría desviar los suministros y dejar sin ellas a las personas con mayor riesgo de infección”.

Y animan a que los gobiernos encuentren soluciones para hacer posible de hecho el uso generalizado de las mascarillas.

Una cuestión que quizás queda pendiente es que este estudio no evalúa específicamente el efecto de la duración de la exposición sobre el riesgo de transmisión, aunque “si esta variable se juzgó o no un factor de riesgo variaba considerablemente entre los estudios, desde cualquier duración hasta un mínimo de 1 h”.

Conclusiones

Finalmente, el informe dice que “se necesita urgentemente más investigación de alta calidad, que incluya ensayos aleatorios de la distancia física óptima y la efectividad de diferentes tipos de mascarillas en la población general y para la protección de los trabajadores de la salud”.

“Se registraron dos ensayos para informar mejor el uso óptimo de las mascarillas para COVID-19 ( NCT04296643 [n = 576] y NCT04337541 [n = 6000]). Hasta que tales datos estén disponibles, nuestros hallazgos representan las mejores estimaciones actuales para informar sobre el uso de mascarillas para reducir la infección por COVID-19.

«Nuestra revisión sistemática integral proporciona la mejor información disponible sobre tres intervenciones simples y comunes para combatir la amenaza inmediata de COVID-19, mientras se genera nueva evidencia sobre tratamientos farmacológicos, vacunas y otras estrategias de protección personal.»

Dicho una vez más:
– “El distanciamiento físico de al menos 1 metro está fuertemente asociado con la protección, pero las distancias de hasta 2 metros podrían ser más efectivas”.

– “El uso óptimo de mascarillas faciales, en particular N95 o respiradores similares en entornos de atención médica, y máscaras quirúrgicas desechables o de algodón de 12-16 capas en la comunidad, están muy recomendadas”.

– “La protección ocular puede proporcionar beneficios adicionales importantes”.

Y hay que garantizar que a nadie le falte.

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