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Salud

Día Internacional del Ruido: ¿Sabes cuánto suenan y el daño que hacen las cosas? (Pódcast)

  • Los decibelios en una habitación con la televisión a un volumen normal son unos 65, y el límite deberían ser 80
  • Para que podamos percibir el 90% del mensaje que nos transmiten, es necesario hable entre 10 y 15 db por encima del ruido de fondo
  • El ruido nos deja sordos sin que nos enteremos, de una forma progresiva y silenciosa. No seremos conscientes del daño hasta que comiencen a aparecer pitidos continuos en los oídos o nos cueste entender

28 abril, 2021


Rebeca Gil
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Un susurro alcanza unos 30 decibelios. Una conversación normal, sin discusiones ni gritos, unos 50 o 55 decibelios. Una clase bulliciosa 80 decibelios… Vivimos rodeados de ruido y no somos conscientes de lo mucho que nos afecta.

Porque un ruido continuo excesivo, y se considera como tal por encima de los 80 decibelios, puede tener sobre nuestra salud consecuencias importantes. Tanto que se considera una enfermedad emergente propia de los tiempos de avances tecnológicos que vivimos, donde la contaminación acústica está presente en nuestras vidas.

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Lógicamente, los primeros afectados por el exceso de ruido son nuestros oídos. Es un daño progresivo, lento, pero irreversible.

No seremos conscientes del deterioro que estamos sufriendo hasta que un buen día comencemos a sentir unos pitidos continuos, o notemos que no somos capaces de entender cuando nos hablan con ruido de fondo.

Cuando eso ocurre ya casi nada se puede hacer. Porque mientras otros tipos de pérdida de audición o hipoacusia pueden tener remedio, las que están causadas por el ruido no tienen solución.

Así funciona nuestro oído

Cuando nacemos, lo hacemos con unas células propias de audición llamadas células ciliadas. Están situadas en el oído interno y solo tenemos unas 15.000.

Imaginemos que son un campo de trigo. «Si el viento sopla muy fuerte, las espigas se troncharán poco a poco con cada ráfaga. Y si el viento es huracanado arrasará con ellas. Pues así es como actúa el ruido en nuestras células ciliadas», explica José Manuel Morales Puebla, médico especialista en Otorrinolaringología.

El problema es que, además, ese daño es irreversible porque este tipo de células no tienen capacidad de regenerarse.

«Una vez que esas células se pierden ya no hay manera de recuperarlas ni tratamiento para solucionar las consecuencias de su desaparición».

Por eso, salvo que nos expongamos a sonidos extremos como una explosión, el daño del ruido sobre el oído es degenerativo y progresivo.

«Al principio no se nota porque si se daña alguna de las células ciliadas no percibimos ese daño, pero realmente se está produciendo poco a poco», detalla el especialista.

En condiciones normales de ruido en nuestra vida, las células ciliadas se van a ir deteriorando poco a poco por la edad. Y de la misma manera que se nos pone el pelo blanco o nos salen arrugas, aparece la presbiacusia. Es el curso normal de nuestra audición.

Pero cuando estamos sometidos a tanto ruido como existe hoy en día en el ambiente o en los aparatos de música, el deterioro auditivo y hasta la sordera son amenazas reales.

Por eso es importante que sepamos en qué niveles de ruido nos movemos. Y este cuadro puede ser una buena pista, sabiendo que por encima de 80 decibelios entramos en terrenos peligrosos para nuestra salud.

                                                                                FUENTES DE SONIDO

DECIBELIOS
  Umbral de audición 0
  Susurro, respiración normal, pisadas suaves 10
  Rumor de las hojas en el campo al aire libre 20
  Murmullo, oleaje suave en la costa 30
  Biblioteca, habitación en silencio 40
  Tráfico ligero, conversación normal 50
  Oficina grande en horario de trabajo 60
  Conversación muy alta, gritería, tráfico intenso 70
  Timbre, camión pesado moviéndose 80
  Aspiradora funcionando, maquinaria… 90
  Banda de música rock 100
  Claxon de un coche, explosión de petardos 110
Umbral del dolor 120
  Martillo neumático (de aire) 130
  Avión de reacción durante el despegue 150
  Despegue de un cohete espacial 180

 

Ruido ¿Dónde está el límite?

Podríamos establecer el límite de intensidad de sonido saludable en 80 decibelios. «Para que nos hagamos una idea, los decibelios que hay en una habitación en la que la televisión está puesta a un volumen normal son unos 65 db» cuenta el doctor Morales.

Además, los niveles de ruido están regulados por ley. Y la legislación europea en materia de seguridad laboral establece que el nivel máximo de ruido al que puede estar sometido un trabajador son 80 decibelios, 8 horas al día como máximo. A partir de ahí no se puede estar sin protección acústica.

Pero aunque no lo parezca, «80 decibelios es un nivel bastante alto«, advierte el otorrinolaringólogo.

«Podríamos pensar que de los 65 db de una conversación normal, a los 80 no hay tanto, pero no es así. Porque la intensidad del sonido es, como la temperatura, una escala logarítmica. Por eso en cuestión de sensación térmica, por ejemplo, 8 grados no es el doble de 4. Y en sensación sonora ocurre lo mismo. Conforme aumentan los decibelios la capacidad de percibir intensidad sonora es mayor. No es lo mismo aumentar dos decibelios de 30 a 32, que de 90 a 92.

Pero hay más aspectos a tener en cuenta para explicar los altos niveles de ruido a los que estamos expuestos. Para que podamos percibir el 90% del mensaje que alguien nos transmite, es necesario emitirlo entre 10 y 15 db por encima del ruido de fondo.

«Si estamos por ejemplo en una habitación con una televisión encendida y tenemos 65 db, tendríamos que hablar a 80 decibelios para que la otra persona entienda lo que estamos diciendo» expone.

En otras palabras, en una situación tan rutinaria como ésta ya estaríamos en el límite máximo de sonido recomendado. Y es que es muy fácil llegar a los 80 decibelios.

Continuando con niveles más altos de ruido y asimilándolos a un semáforo, entre 80 y 90 decibelios estaríamos en la zona ámbar, y a partir de los 90 decibelios el semáforo comienza a ponerse en rojo.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que el tiempo de exposición al ruido también influirá en el daño que nos provoca, porque cuanto más aumentamos la intensidad del sonido más debemos reducir el tiempo de exposición continuada a él.

«Si pensamos por ejemplo en la cantidad de horas al día que se puede estar expuesto a un sonido sin protección… para 95 decibelios el tiempo de exposición al ruido se reduce y mucho, así que deberíamos limitarlo a tan sólo 15 minutos al día» señala el especialista.

«Imaginemos un sonido de 110 db, que es lo que nos encontraríamos en una discoteca o lanzando petardos pirotecnia. Podemos estar escuchándolo menos de un minuto, y si no nos retiramos del foco del sonido provocaremos una lesión en el oído interno».

Y es que no somos conscientes del ruido que nos rodea. Incluso en los sitios aparentemente más silenciosos hay ruido.

Los sordos del futuro

La lesión auditiva que provoca el ruido se denomina trauma acústico crónico. Es una pérdida de audición en la frecuencia 4.000 hertzios. A pesar de la palabra trauma, esta lesión en los oídos no duele.

La afectación a nuestra capacidad auditiva va a ser progresiva y silenciosa. No seremos conscientes del daño hasta que comiencen a aparecer pitidos en los oídos, no pasajeros sino continuos, denominados acúfenos.

Otro signo de que el ruido ha afectado a nuestras células cicladas es que no seamos capaces de entender lo que nos dicen o lo que escuchamos en entornos con algo de ruido ambiente. Cuando esto ocurre, poco se puede hacer ya.

En otro tipo de hipoacusias sí se pueden buscar remedios, pero en las que están causadas por el ruido, no hay solución.

Hasta hace poco tiempo, el trauma acústico sonoro era conocido como la enfermedad de los caldereros y de los herreros, que por sus trabajos estaban sometidos a fuertes ruidos de forma rutinaria.

Pero lo que antes era una cuestión propia de estas profesiones u otras como carpinteros o músicos, ahora se está detectando cada vez en más personas ajenas a estos entornos laborales.

En la calle, en el metro, en el gimnasio. Es raro ver a alguien que no lleve unos auriculares conectados a su teléfono móvil u otro tipo de dispositivo. «El problema está en que probablemente los estén utilizando a una intensidad que no va a producir una lesión inmediata, pero que acumulada en el tiempo desarrollaran daños» asegura el doctor Morales.

La OMS estima que la mitad de las personas de entre 12 y 35 años escuchan dispositivos electrónicos (MP3, teléfonos móviles y otros) a niveles inseguros para sus oídos en países de ingresos medios y altos. «Muchos de ellos serán los sordos del futuro», en opinión del otorrino.

A pesar de que la normativa europea tiene establecido el límite de la salida de sonidos en auriculares en los 100 decibelios, alcanzar ese nivel no augura nada bueno para nuestros oídos.

Por ello, es importante concienciarse y concienciar a los más jóvenes de los riesgos auditivos producidos por el mal uso de estos dispositivos.

Lo mejor según el experto es no escatimar en gastos a la hora adquirir unos auriculares y «optar por modelos que tengan un sistema de cancelación de ruidos«.

Otros efectos del ruido: riesgo cardiovascular, hipertensión…

El ruido no sólo afecta al oído sino que también tiene repercusiones en otros aspectos de nuestra salud, como por ejemplo al sueño, ya que provoca insomnio. Y luego, claro,
«si vives en una zona ruidosa y, por ello, no puedes dormir bien, eso afecta a la concentración y al rendimiento laboral», detalla el experto.

Pero es que también produce problemas circulatorios, cardiacos, hipertensión, anginas de pecho. Además, nos estresa, nos altera el carácter y dificulta el aprendizaje, sobre todo a los más pequeños.

Por todas estas razones la OMS considera que el ruido nos quita años de vida saludable.

Pero es complicado protegerse del ruido. No está en nuestra mano influir en gran parte del ruido ambiente, pero sí debemos ser conscientes del daño que puede hacer a nuestra salud y, en la medida que nos sea posible, evitarlo.

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