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El ‘Diario de Bea’:
Un dato para el optimismo: los chinos ya se van de ‘puente’

  • En algunos colegios los padres tuvieron que firmar un papel comprometiéndose a no salir de la provincia durante estas 'mini vacaciones'
  • La 'nueva realidad' se parece mucho a la antigua, con más control, más policías, mascarillas generalizadas y puntos de control
  • Los de fuera tenemos más problemas, incluso con un control especial al salir del tren, y hasta hay hoteles que no admiten extranjeros

07 mayo, 2020

Beatriz Pérez
Yiwu. China

Nihao

De nuevo estamos disfrutando de tiempo libre, pero esta vez no para encerrarnos en casa sino porque hemos tenido un periodo vacacional de cinco días.

Esta acumulación de días festivos no se debe a fechas señaladas salvo el caso del día del trabajador, sino que en China a veces, con el fin de alargar los puentes, hacen algunos cambios. Por tanto, hemos tenido cinco días libres, pero nos tocará trabajar el próximo sábado.

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Ahora me parece algo de lo más normal pues ocurre todos los años en diferentes fiestas, pero al principio me costaba comprender eso de trabajar hasta incluso 12 días seguidos con el fin de acumular días libres.

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Este periodo ha sido como las primeras “vacaciones” que se disfrutan en China después de la epidemia del coronavirus y resulta curiosa la tranquilidad con la que han disfrutado los chinos de ello.

Si es verdad que normalmente en esta fecha el movimiento de gente es masivo y resulta complicado encontrar hoteles o visitar puntos de interés turístico sin la masiva presencia de gente (es bastante poco recomendable visitar China en periodos vacacionales), este año no ha sido tan complicado buscar trenes o alojamiento, pues los movimientos han sido limitados. Pero sí podían verse los lugares llenos de gente.

En mi caso, para viajar a otra ciudad tenía que rellenar un formulario de destino, itinerario, transporte, y desde el trabajo podían negarme la visita a algunas ciudades, recomendando ante todo no viajar.

Y, por otro lado, los padres de los alumnos en numerosos colegios han tenido que firmar un papel donde se comprometían a no salir de la provincia donde viven.

Esto ha limitado el movimiento entre ciudades, pero no ha impedido la visita a pueblos, templos, montañas… que es lo que la población ha elegido para disfrutar, adaptando su visita, claro, a ciertas normas de seguridad como la presencia de más policías, el uso de mascarillas y puntos de control para registrarse.

Pero este control parece que se está focalizando especialmente en las personas extrajeras, por lo que en estos momentos algunos hoteles no admiten extranjeros, y a la hora del salir del tren tenemos que pasar un control especial. Además, la policía puede pararnos para solicitarnos la documentación y hacernos preguntas sobre nacionalidad o fecha de ingreso en China, lo cual, para algunos extranjeros está siendo interpretado como racismo y generando cierto malestar.

Mucho control para poder reaccionar a un nuevo contagio

Están basando la seguridad frente a la COVID-19 en el control de movimientos de personas con la finalidad de que si surgiera un nuevo caso de contagio confirmado fuera posible localizar a todas las personas que han estado en contacto con ‘el positivo’ y ponerles en cuarentena.

Además, consideran que ahora el país está más preparado en el caso de que se dieran un nuevo foco de contagio. Es así, que en estos momentos China tiene una nueva ciudad aislada por la presencia del virus, pero eso no alerta al resto del país.

Así que todo lo que nos deja China es un mensaje optimista: poco a poco España irá adaptándose a una nueva forma de vivir que sea compatible con salir a la calle, ir a restaurantes y parece que incluso ¡viajar! Aunque es cierto que China y España no se han enfrentado al virus con las mismas herramientas ni parece que se esté volviendo a la vida normal a través del mismo punto de vista.

No hay más que ver como estaba la estación de tren de Yiwu, que aparece en esta fotos, para comprobar el grado de normalidad.

Pero como ya os aconsejé una vez, yo no saldría a la calle sin mascarilla. No sé si es influencia asiática, pero prefiero caminar junto a mis amigos cubriéndome la sonrisa antes que a un metro de distancia de ellos.

Aquí el tema del distanciamiento social brilla por su ausencia: empujones en las colas, restaurantes y tiendas con mucha gente, trenes completos, uso de transporte público… A ver si no somos sorprendidos con un nuevo brote, aunque hace pocos días se localizó en mi ciudad un nuevo caso, una mujer asintomática procedente de Wuhan, y parece que no ha causado repercusión. Os seguiré contando.

Baibai

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