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Hoy llega el principio del fin de las grasas trans ¿Qué son y qué hacen?

  • La Unión Europea limita el uso de grasas trans en los alimentos a partir de hoy, viernes dos de abril.
  • La evidencia científica demuestra que las trans son las peores grasas para la salud cardiovascular.

02 abril, 2021

Rebeca Gil

La política nutricional es cada vez más clave en una sociedad, la nuestra, en la que son realmente elevados los riesgos derivados de una mala alimentación.

Países como Reino Unido incorporan leyes que limitan, por ejemplo, el consumo de sal, para reducir las enfermedades derivadas de un exceso en la ingesta; y otros, como España, imponen gravámenes a las bebidas azucaradas.

Ahora, la Unión Europea da un paso al frente en la búsqueda de mejorar la salud del continente.

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El viernes 2 de abril entró en vigor la legislación europea que limita el uso de grasas trans (AGT) a un máximo de dos gramos por cada 100 gramos de grasa en los alimentos.

Hasta la fecha, únicamente existía una normativa europea que limitaba la cantidad de ácidos grasos trans en preparados para lactantes y de continuación, que no podían superar el 3% del contenido graso total.

Es más, en el continente europeo solo Dinamarca, Austria, Suiza e Islandia tenían establecido un marco legal que obligaba a la industria a limitar la cantidad de grasas trans utilizada en productos alimentarios, no pudiendo superar el 2% del total.

Ahora, esto va a ser una realidad también en nuestro país.

Es sin duda un paso adelante en la política nutricional del continente.

Una buena noticia para nuestro organismo porque el consumo de las conocidas como grasas trans supone un claro riesgo para la salud.

¿Por qué no nos interesan? Tal y como señala la graduada en Nutrición y Dietética Humana, experta de Me Cuido Comiendo en nutrición infantil y nutrición en el embarazo, Ana Núñez, «no son buenas a nivel cardiovascular ya que aumentan el colesterol tipo LDL, el comúnmente llamado malo, y disminuyen el HDL, el bueno, afectando a la calidad de nuestro perfil lipídico».

Su impacto en las arterias, en el corazón y en nuestro cuerpo en general, es muy negativo.

Pero hay más. Los ácidos grasos trans aumentan la resistencia a la insulina ya que, tras su absorción pueden incorporarse a los lípidos de la membrana celular, afectando sus propiedades físicas y el acoplamiento de enzimas a ella, pudiendo influir en la sensibilidad periférica a la insulina.

Los efectos perjudiciales para nuestro organismo son notables.

Qué son las grasas trans

La Unión Europea limita ahora, antes de su prohibición total en el año 2023, este tipo de grasas insaturadas que están presentes tanto en productos ultra procesados, como en la bollería industrial y en los platos precocinados.

Pero ¿De dónde vienen? ¿Qué son exactamente? Y ¿por qué son tan perjudiciales?

Los ácidos grasos trans provienen de dos fuentes diferentes: «Por un lado, se dan de forma natural en lácteos de vaca y carne de ternera por un proceso orgánico de su microbiota, sin embargo, por otro lado, también se obtienen de forma artificial cambiando la estructura química de los ácidos grasos», indica Núñez.

La doctora Marisa Calle, integrante del Comité de Nutrición de la Fundación Española del Corazón (FEC) y profesora de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Complutense de Madrid, ahonda en que «aproximadamente un 5% del consumo total de ácidos grasos trans que ingerimos proviene del consumo de grasa de rumiantes, a través de productos como la mantequilla, la crema, la nata, la leche entera o la carne grasa».

Pero por otro lado tenemos esa fuente industrial de generación de ácidos grasos trans que se producen de manera artificial mediante un proceso llamado hidrogenación de los aceites vegetales que los hace más estables y capaces de aguantar más tiempo en nuestra despensa.

Además de reducir los costes de fabricación, «mediante ese proceso de hidrogenación se logra mejorar el sabor, la textura y la durabilidad de los alimentos cocinados o elaborados con ellas», detalla la doctora Calle.

La experta añade que «si bien algunos alimentos pueden tener grasa trans de manera natural y esta no es provocada siempre por procesos tecnológicos, este tipo de grasa se encuentra principalmente en productos procesados».

«Este tipo de grasas insaturadas no deberían suponer más del 1% de las calorías diarias totales ingeridas», señala Ana Núñez. Y recalca: «Sería realmente sencillo que esto no sucediera. Bastaría con eliminar de nuestra dieta cualquier producto procesado».

El peligro de las grasas trans para el corazón

La evidencia científica demuestra que las trans son las peores grasas para la salud cardiovascular, ya que aumentan los niveles de colesterol «malo» (LDL) y triglicéridos, además de disminuir los niveles de colesterol «bueno» (HDL).

«Una vez consumidos, los ácidos grasos trans se absorben por el aparato digestivo y pasan a la sangre. Se incorporan a las membranas de las células y sustituyen a las grasas que componen esas membranas, que acaban perdiendo o disminuyendo su flexibilidad y fluidez. Esto provoca que otras moléculas, como las del colesterol, no puedan acoplarse a la membrana y queden libres, aumentando así los niveles de colesterol en sangre», detalla la doctora Calle.

Por otro lado, las grasas trans también aumentan los niveles de triglicéridos en sangre y esa hipertrigliceridemia está asociada de forma independiente con el riesgo de enfermedad cardiovascular.

Además, se ha observado que los ácidos grasos trans aumentan la inflamación y los factores inflamatorios tienen un papel importante en el desarrollo de diabetes, aterosclerosis, ruptura de placa y muerte súbita cardiaca.

Es por todo esto que los expertos en salud valoran muy positivamente la entrada en vigor de esta nueva normativa que, «sin duda, redundará en beneficio de la salud de la población».

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