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Análisis: ¿Es buena idea apostar
por la inmunidad de rebaño para frenar el coronavirus?

  • Nadie puede asegurar en este momento que la inmunidad de rebaño se alcanzará con un 70% de los españoles inmunizados
  • Además, incluso mejorando el ritmo de vacunación, para llegar a esa cifra haría falta que se contagiasen otros 8 millones de personas
  • Suecia, con una sanidad muy superior, apostó por esta estrategia y cuando se dispararon los muertos asumió su error y rectificó
  • Deberíamos huir de la estrategia del ¡sálvese quien pueda! y vacunar muy rápido, en todos los países del mundo a la vez, a un gran número de personas y en un momento en que haya pocos infectados

29 enero, 2021


Eduardo Costas.
Catedrático de Genética de la UCM.
ACADÉMICO CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA NACIONAL DE FARMACIA

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Numerosos expertos están preocupados.

Contrariamente a las políticas que están siguiendo los países que tienen menos muertos por Covid-19 (y han sufrido menos en sus economías), todo indica que poco antes de las Navidades España apostó por la estrategia más peligrosa posible en la gestión de la Covid-19.

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Nuestros dirigentes y sus asesores habrían tomado la decisión de conseguir la inmunidad de rebaño para principios del verano. Y para entonces esperan volver a la normalidad, con el país de nuevo repleto de turistas y la hostelería a rebosar.

Según diversos indicadores estamos entre el 10% de los países más desarrollados del mundo. Somos un país avanzado. Tenemos medios para luchar contra la Covid-19. Sin embargo, las cifras de infectados y de muertos por cada 100.000 habitantes demuestran inequívocamente que estamos entre el 10% de los países que peor les va con la pandemia.

Hay algo que estamos haciendo rematadamente mal. Y apostar por conseguir la inmunidad de rebaño todavía lo va a empeorar.

Debemos ser conscientes del coste que tendremos que pagar por ello:

Quienes esperan que en el verano podamos volver a la normalidad asumen que:

1º. La inmunidad de rebaño se alcanzará con un 70% de los españoles inmunizados.
2º. Mediante vacunas se podrá inmunizar a unos 20 millones de españoles antes del verano.
3º. La cuarta ronda del estudio nacional de sero-epidemiología de la Covid-19 estimaba que alrededor de 4,7 millones de españoles ya estaban inmunizados frente a la Covid-19 el día 15 de diciembre de 2020

Con esas asunciones resulta fácil echar las cuentas.

España tiene alrededor de 47.350.000 habitantes. Se necesitaría que unos 33 millones de españoles fuesen inmunes frente a la Covid-19 a principios de verano para alcanzar la supuesta inmunidad de rebaño.

Así que con unos 20 millones de vacunados y unos 5 millones de inmunizados, antes del verano tendrían que contagiarse de la Covid-19 otros 8 millones de españoles.

Y eso tiene un precio muy muy elevado. Con una mortalidad del 1% podrían llegar a morir unas 80.000 personas.

Hace 1.950 años los evangelistas Mateo y Lucas recogieron la frase: “Por sus frutos los conoceréis”.

Aunque ahora nadie parece querer asumirlo, cuando se decidió que “hay que salvar la Navidad”, la segunda ola aún no había remitido. Mal por los gestores y mal por los gestionados. Ni los unos tomaron las medidas adecuadas ni los otros guardaron la prudencia debida.

Así la tercera ola pudo empezar con unas cifras iniciales de vértigo y la sanidad muy cerca del colapso. Como consecuencia, ahora padecemos unas cifras catastróficas. Y no olvidemos que, desgraciadamente, algunos de los contagiados de hoy serán los muertos de dentro de varias semanas.

Los médicos advierten. Ante el colapso de las UCIs tendrán que volver a elegir entre quiénes deben vivir y quiénes no. En los hospitales ya no hay sitio suficiente y todo apunta a que pronto puede ser peor que en la primera ola: Miles de personas muriendo en absoluta soledad, sin tener siquiera el consuelo de los suyos.

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Suecia ya fracasó buscando la inmunidad de rebaño

Aunque ya es tarde para evitar la catástrofe, nuestros gestores siguen anteponiendo los réditos políticos a la salud, insistiendo en que queda descartado un confinamiento como el de marzo.

El problema es que la arrogancia es un obstáculo para la supervivencia mucho mayor que la ignorancia o la debilidad.

Suecia apostó muy pronto por conseguir la inmunidad de rebaño. Su sanidad tiene muchísimos más recursos que la nuestra. Podían permitirse un alto grado de ocupación. Pero pronto su política les llevó a tener 10 veces más muertos que sus vecinos de Finlandia. Y todavía estaban muy lejos de conseguir la inmunidad de rebaño. Se equivocaron, lo admitieron y rectificaron.

Quienes dirigen ahora nuestra estrategia de lucha contra la pandemia piensan que cuando los suecos decidieron conseguir la inmunidad de rebaño todavía no era el momento de hacerlo. Pero ahora creen que sí lo es.

El problema es que buena parte de ellos (encabezados por Fernando Simón) nunca han hecho investigación. Gestionan esta pandemia tal y como se gestionaron las pandemias anteriores, siguiendo viejas recetas de manual. Pero no generan nuevo conocimiento. Nunca lo han hecho. No saben hacerlo.

El SARS-CoV-2 es un virus nuevo. Nunca antes había infectado a seres humanos. Lo que se sabe de otros virus no tiene por qué cumplirse con éste. Lo que funcionó con la viruela o el sarampión podría no ser suficiente para acabar con la Covid-19. Hay que generar nuevo conocimiento.

Los científicos se enfrentan cotidianamente a lo nuevo. Muy pronto aprenden que tras muchos años de esfuerzo apenas consiguen generar una ínfima parte de nuevo conocimiento. Toda una vida de esfuerzo permite avanzar apenas un poco. La realidad deja poco sitio a la arrogancia.

Una anécdota de Albert Einstein ejemplifica perfectamente la actitud humilde necesaria para enfrentarse a lo desconocido. Ya anciano, el científico más célebre del mundo paseaba por el campus del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton acompañado de un célebre senador. De repente el político se paró y se puso a escribir en un pequeño cuaderno. Le comentó a Einstein que él siempre llevaba una libreta para apuntar todas las buenas ideas que se le ocurrían y que así no se le olvidaba ninguna. Le preguntó a Einstein si él también hacía lo mismo. Einstein respondió: “Yo nunca tuve ese problema. En toda mi vida solo se me ocurrieron 2 buenas ideas”.

Debemos ser humildes. Con el SARS-CoV-2 nos enfrentamos a algo totalmente nuevo.

¿Quién puede estar seguro de que con el 70% de inmunizados se conseguirá la inmunidad de rebaño?

Como bien dice el término, la “inmunidad de rebaño” es un concepto que se desarrolló desde la Veterinaria. Los veterinarios han investigado centenares de epidemias en animales. En algunas la inmunidad de rebaño se consigue con el 60%, en otras con el 70%, pero también las hay que necesitan porcentajes de infectados mucho mayores.

Tampoco nadie puede asegurar que para el verano estén vacunados 20 millones de españoles. Nosotros no tenemos las vacunas. No las hemos desarrollado. Tan solo podemos comprarlas, y solo si su dueño decide vendérnoslas. Estamos en sus manos. Y parece que las cosas no van del todo bien. Tener el dinero no es suficiente.

Las vacunas tampoco arrojan certezas absolutas

Además, técnicamente las vacunas plantean 3 importantes cuestiones:

– La que más preocupa es saber si las vacunas protegerán contra las nuevas mutaciones del coronavirus. Y la respuesta más sincera es que nadie lo puede asegurar.

– También preocupa saber si los vacunados van a poder infectarse y transmitir la enfermedad. Hay vacunas que impiden que la gente se contagie. Otras protegen de la enfermedad reduciendo mucho la proliferación del virus, pero no impiden que el vacunado se infecte y el virus prolifere en él hasta un nivel suficiente para contagiar a otros.

– Tampoco sabemos cuánto va a durar la inmunidad proporcionada por la vacuna.

Para maximizar la probabilidad de derrotar al virus deberíamos vacunar muy rápido, en todos los países del mundo a la vez, a un gran número de personas y en un momento en que haya pocos infectados para que la población del SARS-CoV-2 sea lo menor posible y se reduzca la probabilidad de que proliferen variantes resistentes a la vacuna.

Pero la estrategia que se sigue se parece más a un sálvese el que pueda. Las farmacéuticas se retrasan, los países acaparan vacunas para ellos solos, vacunamos sin intentar reducir al máximo la población del virus…

Cuidado con la capacidad de adaptación del virus

Nuestro grupo lleva décadas investigando cómo microorganismos que viven en lugares comunes son capaces de adaptarse rápidamente, mediante mutaciones espontáneas que ocurren al azar, a las mayores dificultades imaginables (incluyendo a vivir en depósitos de uranio altamente radioactivos o incluso en lugares contaminados con los peores pesticidas y agresivos de guerra química).

Si la población de un microorganismo es lo suficientemente grande, pueden aparecer mutaciones con capacidades asombrosas (hemos aislado organismos mutantes que incluso son capaces de enriquecer el uranio). Nada impide que el SARS-CoV-2 sea más infectivo y alcance la resistencia a la vacuna*.

Las farmacéuticas insisten. Aunque el coronavirus mute, no costará mucho adecuar la vacuna a la nueva cepa resultante. Tienen razón. También aparecen nuevos fármacos que contribuirán a derrotar al virus.

Pero un escenario posible es que las vacunas puedan no ser del todo eficaces y que se necesite actualizarlas cada cierto tiempo. Es lo que pasa con la gripe. Cada año cambiamos la vacuna para adecuarla a las nuevas cepas del virus y aun así no protegen a todos los vacunados. Lo malo es que el SARS-CoV-2 es más contagioso y más letal que la gripe.

Recordemos que con el SIDA no conseguimos una vacuna eficaz. Los infectados en los países ricos tienen que tomar un caro cóctel de fármacos de por vida. En los países pobres, sencillamente se mueren.

Hay muchos escenarios posibles abiertos. Cualquiera de ellos podría ocurrir. La epidemia de Covid-19 es lo suficientemente compleja como para que el caos determinista impida hacer previsiones exactas sobre su futuro

¿Y si solo los países ricos conseguimos librarnos del coronavirus, pero al cabo de un tiempo nos llega, desde uno de los países que no pudieron vacunarse, una nueva cepa resistente a nuestra vacuna? ¿Cómo nos sentaría volver a empezar con la pandemia?

Pero aquí y ahora la pregunta esencial es: ¿Y si salen mal las cuentas y conseguir la inmunidad de rebaño nos cuesta más de 80.000 muertos? Seamos humildes. Reconozcamos que hasta el momento lo hemos hecho muy mal. Olvidemos la arrogancia.

Reconozcamos que apostar por la inmunidad de rebaño es ir en contra la mejor máxima acuñada en Ciencias de la Salud: “Primum non nocere” (Lo primero no hacer daño)

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