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El principal responsable de esta segunda ola de contagios es el ‘mutante G614’ del coronavirus

  • Se diferencia del original en que cambia una sola letra, la que ocupa la posición 23.403 de las 29.903 que forman su genoma
  • El 20 de febrero se detectó por primera vez este virus 'G614' en Italia, y a finales de mayo ya era responsable del 95% de los contagios
  • Dar por hecho que no podremos contener al virus con medidas epidemiológicas, y fiar nuestro futuro a la vacuna, no es seguro

24 noviembre, 2020


Eduardo Costas.
Catedrático de Genética de la UCM.
ACADÉMICO CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA NACIONAL DE FARMACIA

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Angela Merkel, uno de los pocos mandatarios con un doctorado en ciencias, advierte que la segunda ola de Covid-19 será peor que la primera. Convendría hacerle caso. Hoy en día un español tiene 10 veces más probabilidades de morir por Covid-19 que un alemán.

Mientras alcanzamos nuevos máximos de muertos, un SARS-CoV-2 con una nueva mutación es el principal responsable de esta segunda ola de contagios.

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Casi todo el mundo cree tener una idea de cómo funcionan estas mutaciones. Pero no es así.

Sin embargo, resulta muy fácil entender como funcionan las mutaciones en las poblaciones del coronavirus. Para ello, en vez de explicarlo en términos de bioquímica y genética molecular, lo haremos empleando un símil que todos recordamos bien de nuestros primeros tiempos escolares: escribir a mano copiando un texto.

Todas las instrucciones para fabricar un coronavirus están “escritas” en su genoma. Si fuese un texto, el genoma del coronavirus solo tendría 29.903 letras. Sólo 3 veces y media más que este artículo, que tiene 8.595. Por ejemplo, Don Quijote de la Mancha tiene 1.687.570 letras. Y el genoma completo de un ser humano tiene unas 3.200.000.000.

En la escuela, cuando éramos niños, copiábamos a mano textos. Y a veces nos equivocábamos. Cometer un error en una sola letra podía cambiar muy poco el significado de una palabra. Pero en ocasiones un error en una sola letra cambia totalmente el significado del mensaje. Por ejemplo, leo, veo y feo solo se diferencian en una letra, pero significan cosas muy diferentes.

Lo mismo ocurre cuando cambiamos una letra en el genoma de un ser vivo. A menudo el cambio de una letra no tiene ninguna consecuencia. Pero en otras ocasiones produce un cambio enorme. Por ejemplo, el cambio de una sola letra de las 3.200.000.000 que componen el genoma humano en una posición determinada produce el albinismo.

Con los coronavirus ocurre algo similar.

Cuando un coronavirus consigue entrar en una de nuestras células, su mensaje de 29.903 letras comienza a copiarse muchas veces. En la mayor parte de los casos el mensaje se copia correctamente. Pero a veces hay un error al copiarlo. Se cambia una letra del mensaje por otra. Eso es una mutación.

Es importante destacar que las mutaciones siempre ocurren al azar. Son un simple error de copia. El coronavirus no muta para ser más infectivo o más mortal. Siempre muta al azar.

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A menudo las nuevas mutaciones hacen que el organismo mutante funcione peor. Por ejemplo, un cambio al azar en una sola letra del genoma humano es responsable de la anemia falciforme, que produce glóbulos rojos en forma de hoz, ineficientes en el transporte de oxígeno, y que limitan mucho la vida de quienes padecen la enfermedad.

Este tipo de mutaciones ocurren en el coronavirus. Muchos mutantes funcionan peor. Son menos infectivos.

El premio Nobel Herman Muller estudió el llamado “Trinquete de Muller”, un proceso por el cual en los virus se van acumulando poco a poco sucesivas mutaciones al azar que los vuelven menos eficaces a la hora de infectar. En este caso el tiempo funciona a nuestro favor. El virus podría llegar a ser muy poco infectivo gracias a la acumulación de mutaciones. Incluso se ha llegado a plantear utilizar fármacos que incrementen la tasa de mutación del virus, como una estrategia para derrotarlo.

Otras muchas veces las mutaciones no tienen efecto, ni bueno ni malo. Se llaman mutaciones neutras. En este caso, el cambio de una letra no cambia el sentido del mensaje. Si en el texto “Lee esto” cambio una letra y copio “Lea esto”, el significado no cambia.

Pero en algunas ocasiones, muy raras, las mutaciones permiten un mejor funcionamiento del virus (peor para nosotros).

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Es como cuando se juega a la lotería. Casi siempre perdemos lo que jugamos. A veces nos toca el reintegro y quedamos como antes. Es extremadamente raro que nos toque un premio suculento. Pero a veces a alguien le toca.

Al coronavirus le pasa igual.

El problema está en que ahora hay billones de coronavirus replicándose dentro de las células de los millones de infectados que hay en el mundo. Y con tantos coronavirus reproduciéndose se van a producir muchas mutaciones al azar. Aunque muy pocas de ellas tengan el raro efecto de volver más eficaz al coronavirus, como hay tantos de ellos replicándose a la vez, las probabilidades de que ocurra una mutación que lo vuelva más eficaz son altas.

Un ejemplo: A finales de febrero una nueva mutación, que se produjo al azar por un error en la replicación de un coronavirus, cambió una de las 29.903 letras del mensaje del SARS-CoV-2 (concretamente la letra que ocupaba la posición 23.403). Esta mutación produce un ligero cambio en las espículas del virus, y eso lo vuelve más infectivo.

Como este mutante (que se llamó G614) infectaba a más personas que el virus original del que provenía (llamado D614), poco a poco su frecuencia empezó a aumentar en la población. Al infectar a más personas el mutante producía más descendientes.

Para nosotros tuvo malas consecuencias.

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El 20 de febrero se detectó por primera vez este virus mutante G614 en Italia. Su frecuencia enseguida empezó a crecer en la población. Hacia finales de mayo más del 95% de los nuevos infectados en Europa se contagiaban con esta variante del virus. Esto da idea de su tremenda eficacia en comparación con la cepa original D614 de la que proviene y de la que solo le diferencia una única mutación (una sola letra en todo el mensaje). Este mutante es el que está infectando a la mayoría de las personas en esta segunda ola.

Y esto nos advierte de un peligro. Las mutaciones ocurren al azar, pero ocurren siempre. Van a seguir apareciendo. Y la variante G614 que ahora abunda podría ser sustituida por un nuevo mutante todavía más infectivo que nos ponga peor las cosas.

Mientras lees este texto podría estar ocurriendo una nueva mutación que origine una cepa mas infectiva que haga que las cosas sean mucho peor para navidades.

Por supuesto hay una probabilidad de que ocurra esto. Es una probabilidad baja. Pero al SARS-CoV-2 podría tocarle el premio gordo en la lotería de las mutaciones.

Por suerte, el que aparezcan nuevas mutaciones no tiene por que ser malo para nosotros. A menudo la aparición de nuevas mutaciones hace que los virus adopten la estrategia del “virus inteligente”. Las nuevas mutaciones hacen que los virus sean cada vez más infectivos, pero menos mortales y menos dañinos.

Es fácil entenderlo. Si un virus crece dentro mía y me da pocos síntomas, yo sigo con mi vida normal y contagio a muchos. Pero si el virus me mata en un par de días después de infectarme. casi no me da tiempo a contagiar a otros. Lo ideal para un virus es no producir síntomas. Puede infectar a millones sin que nadie haga nada por impedirlo.

Desafortunadamente para nosotros puede que una de las características del SARS-CoV-2 esté limitando el que adopte una estrategia de “virus inteligente”. Las personas infectadas contagian a otras ya desde antes de tener síntomas. Otras personas son asintomáticas durante toda la enfermedad, pero tienen una alta capacidad infectante. En este sentido cada vez resulta más evidente que en la Covid-19 unos pocos “supercontagiadores”, que a menudo resultan asintomáticos, son los responsables de la mayoría de los contagios.

Esta dinámica de contagios no favorece que el SARS-CoV-2 evolucione para ser un “virus inteligente”.

Pero lo peor que podría ocurrirnos es consecuencia de la estrategia que hemos adoptado en Europa y Estados Unidos. A diferencia de muchos países asiáticos damos por hecho que no podremos contener al virus mediante medidas epidemiológicas. Fiamos nuestro futuro a que pronto haya una vacuna. Nuestro presidente nos asegura que para mayo de 2021 empezaremos a vacunarnos masivamente.

Es muy probable que esta estrategia salga bien. Pero no es seguro.

Alguna mutación que ocurre al azar en un coronavirus podría conseguir “escaparse” de la protección que nos brinde la vacuna. Pasa con otros virus. Por ejemplo con el virus de la gripe, que hace que cada año tengamos que cambiar la vacuna. Y estas mutaciones en el virus de la gripe también impiden que la protección de la vacuna sea total.

¿Qué pasará con la Covid-19?

Lo único seguro es que las mutaciones ocurren al azar. Así qure el azar podría arreglarnos el problema, o fastidiarlo del todo.

Aunque no nos guste, el azar decidirá, en buena parte, cual será nuestro futuro con el SARS-CoV-2. Y como tenemos altísimas cantidades de infectados la damos mucho más juego al azar.

El bombo con las bolas de nuestro destino está en marcha. ¡Suerte!

La vamos a necesitar.

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