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¿Sabías que los huevos y los peces también se vacunan?

  • La vacunación animal ha dado acceso a carne y pescado a miles de millones de personas, sobre todo a las más necesitadas
  • Gracias a ella multiplicamos por más de 13 la producción de carne de pollo y por 6 la de huevos: claves para combatir la malnutrición
  • Si sustituyésemos las vacunas por antibióticos, además de ser más caro sería peor para el medio ambiente y para nuestra salud

11 junio, 2020


Héctor Díaz-Alejo
Investigador de la Cátedra de Genética de la UCM

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En los animales, como en los humanos, existen las enfermedades infecciosas. Y causan muchos problemas. Primero, como estamos sufriendo ahora, por su posible salto a nuestra especie ocasionando enfermedades humanas, que aunque nos suene a nuevo es algo tan común como la vida misma.

Y en segundo lugar, y no poco importante, porque también producen un grave daño en una sociedad dependiente de los animales para la correcta alimentación de miles de millones de personas.

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Además de ser una poderosa industria económica que mantiene directamente a muchas familias en el mundo.

Por eso es tan importante para el hombre combatir las enfermedades infecciosas de los animales. Y por eso son tan trascendentales también las vacunas animales.

Además, el propio nombre de vacuna viene de vaca, y por tanto procede de los animales. Desde aquellos tiempos donde se empezó a intentar prevenir la viruela.

Vacuna viene de vaca

Había una enfermedad que se llamaba la ‘viruela de las vacas’. Era muy similar a nuestra viruela y afectaba a las vacas y a las personas que tenían una estrecha relación con ellas, como las lecheras.

Un médico rural inglés llamado Edward Jenner, observó que si una persona se infectaba con la viruela de las vacas, pasaba a estar protegido frente a la mortal viruela humana. Y comenzó a utilizar suero de las pústulas de las vacas para ‘infectar’ a los humanos.

Así creó la primera vacuna. A partir de un virus animal que más de siglo y medio después condujo a la definitiva erradicación de la terrible enfermedad.

Y a pesar de que hoy día contamos con vacunas mejores y una gran capacidad para hacer llegar la medicina a las más inhóspitas y recónditas aldeas, la viruela ha sido la única enfermedad humana que hemos sido capaces de erradicar.

Humana… porque con animales hay otra grave enfermedad que también se ha conseguido erradicar: la peste bovina.

Una enfermedad viral que afectaba a gran cantidad de especies de rumiantes, como búfalos, jirafas o antílopes. Pero que preocupaba muy especialmente en el ganado, por la repercusión que podría tener en los humanos.

Y era una situación realmente preocupante para nosotros, porque si el virus accedía a una población sin inmunidad podía acabar con la vida de todos los animales. Y eso hacía fundamental lograr controlar el virus para salvar la vida de millones de personas dependientes de sus animales para alimentarse adecuadamente.

El plan para su erradicación se inició en los años 60 con gran éxito. Se consiguió una vacuna eficaz y barata y se aplicó masivamente a los animales.

Pero se interrumpieron los planes de vacunación y a finales de los 70 y principios de los 80 sufrimos un gran brote de peste bovina en África y Asia. Más de 100 millones de cabezas de ganado murieron. Y todo por no terminar de implementar la vacunación necesaria para controlar la enfermedad.

Teóricamente, en ese momento el mundo aprendió la lección: si no se acaba definitivamente con el virus, las pérdidas seguirán siendo en muchos casos inabarcables. Y en consecuencia organizaciones como la FAO y los gobiernos se movilizaron nuevamente para lograr la extinción del virus, muchas veces en países con clima bélico y sin oportunidades de llegar a ciertas zonas.

Pocos años más tarde, en 2001, se detectó en Kenya el último foco de peste bovina en una manada de búfalos salvajes. Y tras su resolución nunca más se han vuelto a detectar casos.

La enfermedad ha sido definitivamente erradicada, y gracias a ello millones de personas tienen hoy una alimentación más completa. Y también hay una repercusión económica, ya que se calcula que, solo en África, la eliminación del virus supone un beneficio de más de mil millones de dólares al año.

Ha sido, sin duda alguna, uno de los grandes logros de la Humanidad.

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¿Sabías que las vacunas nos dan de comer?

Pero la vacunación animal no se queda ahí, ni mucho menos. Más allá de la peste bovina, la vacunación animal ha dado acceso a carne y pescado a miles de millones de personas en todo el mundo en cuestión de décadas. Pollo, cerdo, pescado… Múltiples alimentos animales están hoy en estos niveles gracias, entre otras cosas, a las vacunas.

La cría de pollos aumenta cada año, siendo una fuente de proteínas indispensable en el Sureste Asiático y África Subsahariana. En estas regiones la dieta se compone principalmente de arroz y otros cereales deficientes en proteínas de calidad. Y la única solución generalizada la ofrece la cría de pollos.

Es un animal versátil, que puede producirse sin grandes requerimientos alimenticios ni hídricos, sin tabúes religiosos, y además tiene un tamaño pequeño, lo que permite su consumo inmediato sin necesidad de conservarlo.

Incluso en cantidades mesuradas, sus deyecciones pueden resultar útiles para los cultivos.

Por esto los huevos y la carne de pollo son una realidad cada vez más extendida que protege de la malnutrición a estos millones de personas. Y las vacunas para los pollos son completamente decisivas en la consecución de este logro humanitario mundial.

Para que nos hagamos una idea, basta decir que desde 1961 hasta 2017 la producción de carne de pollo se ha multiplicado por más de 13, pasando de 9 a 122 millones de toneladas. Y la de huevos ha paso de 15 a 87 millones de toneladas.

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Si se vacunan los huevos…

Y para ello ha sido fundamental la vacunación frente a numerosas infecciones como la enfermedad de Marek o la enfermedad de Newcastle, que han hecho que las pérdidas disminuyan considerablemente.

Algunas de estas enfermedades son tan graves que se vacunan a los animales antes incluso de nacer. La técnica de vacunación utilizada mayoritariamente para la enfermedad de Marek es in ovo, en el huevo.

Si hoy día en una granja de pollos no vacunásemos contra el virus de la enfermedad de Marek y ésta llegase a la explotación, todos los animales (que pueden ser varios miles) morirían en cuestión de días.

Y aunque todavía millones de animales mueren al año debido a enfermedades infecciosas, si no tuviésemos vacunas, sin duda, el número sería estratosféricamente mayor.

Por eso las vacunas en las aves han contribuido enormemente al incremento productivo y a la bajada de los precios de los productos alimenticios de los pollos. Y hemos pasado del dicho aquel de “cuando seas padre comerás huevos”, a colocarlos en casi todos los platos gracias a que hoy están al alcance de casi todos los bolsillos.

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Cerdos, mejor vacunados que con antibióticos

En los cerdos encontramos una evolución análoga. El desarrollo de vacunas permitió cambiar de un modelo productivo principalmente familiar a un sistema industrial, con granjas de miles de animales y con diversas funciones.

La enfermedad de Auzjesky, causada por un herpesvirus, se encontraba de forma habitual en España en los años 80.

Un brote de esta enfermedad suponía graves pérdidas: los animales de la explotación debían ser sacrificados para evitar la difusión, lo que conllevaba imprescindibles compensaciones económicas para los productores.

Además, la presencia de la enfermedad en los jabalíes salvajes dificultaba su control. Pero la mejora en las medidas de bioseguridad y un plan vacunal eficaz han hecho que la prevalencia de esta enfermedad en nuestro país sea prácticamente nula.

Este ejemplo puede escalarse a todo el mundo. En el último medio siglo se hecho posible que la producción mundial de cerdo se multiplique y dé alimento a miles de millones de personas.

En el año 1961 la producción mundial de carne de cerdo no llegaba a los 30 millones de toneladas. En 2020 se alcanzan los 93 millones de toneladas. Solo en China se produce hoy más carne de cerdo que en todos los países del mundo en 1961.

Las vacunas contra agentes como circovirus, mycoplasma, o los causantes del síndrome respiratorio y reproductivo porcino, o la peste porcina clásica han ayudado – y ayudan – a hacer esto posible.

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También los peces se vacunan

Las piscifactorías son otra de las innovaciones en materia de producción animal que han supuesto grandes beneficios. La acuicultura ha permitido que la población mundial pueda consumir pescado en una cantidad mucho mayor que hace unas décadas y sin expoliar los bancos de pesca, ya muy sobreexplotados.

Sin embargo, el éxito de la cría intensiva de peces no se debe únicamente a la mayor infraestructura y mejoras técnicas: las vacunas lo han hecho posible.

Cada año 90 millones de truchas y 418 millones de salmones son vacunados, permitiendo que estos animales puedan vivir libres de enfermedades infecciosas en unas instalaciones con alta densidad de población.

Y aun así hasta el 10% de todos los animales en esta industria acaban muriendo de enfermedades infecciosas, por lo que desarrollar planes profilácticos sigue siendo una imposición si se quiere mejorar la salud de los animales y, consecuentemente, la eficacia de la producción.

Sin vacunas, la solución que queda para evitar la muerte masiva sería el uso extendido de antibióticos. Pero eso, además de ser más caro, es mucho más problemático para el medio ambiente y para nuestra salud. Y, además, los antibióticos no serían efectivos frente a gran parte de las infecciones.

Así que sin vacunas la acuicultura no habría podido llegar a los niveles de hoy día.

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Las que están por venir

Los ejemplos podrían seguir dilatándose durante páginas y páginas. Podríamos hablar de la lengua azul en ovejas, la fiebre Q en cabras o la mixomatosis en conejos. Ejemplos de vacunas que están ayudando a conseguir una producción alimentaria más segura y eficaz.

Pero no nos quedaremos sólo con las ya conseguidas, porque muy probablemente las vacunas animales que vendrán tengan también su gran efecto.

El día en que la tripanosomiasis, la “enfermedad del sueño” de la mosca tsé-tsé, deje de estar tan presente en el continente africano, millones de familias podrán tener un ganado más sano y, por consiguiente, una mayor estabilidad nutricional. El descubrimiento de una vacuna podría conducir a la eliminación definitiva de esta enfermedad, cada vez más acorralada.

Y también en el ganado vacuno encontramos otra enfermedad que, de contar con una vacuna segura y efectiva, reduciría no sólo su incidencia en ganadería, sino también en la salud humana de muchos países: la tuberculosis. Las personas podemos enfermar de tuberculosis bovina o caprina fácilmente, por ejemplo por el consumo de leche sin pasteurizar.

Sin embargo las vacunas que existen hoy para la tuberculosis bovina no son del todo eficientes. En países como España, con una prevalencia relativamente baja, se practica el sacrificio de los animales infectados. Pero no es una solución ampliamente aplicable en otros lugares con mucho más ganado infectado y muchos menos recursos económicos para afrontar la pérdida.

Pero que una enfermedad que afecta tan gravemente a los humanos esté tan difusa es un peligro inasumible. La vacuna para los animales, en este caso, no sólo salvaría su medio económico, sino probablemente su propia vida.

Y aunque es verdad que la producción y consumo exacerbado de productos animales en países más industrializados implica graves problemas de salud y medioambientales, también es verdad que la llegada de proteína animal a muchas comunidades no tan desarrolladas ayuda a salvar vidas y a construir una sociedad más sana y estable.

No hay ninguna duda de que el consumo debe ser responsable y que el desarrollo de la ganadería debe siempre respetar la salud ambiental si no queremos consecuencias aún más graves. Pero el consumo animal como las aves de corral o el pescado aporta nutrientes necesarios a muchas personas que por falta de recursos no tienen otra manera de obtenerlos.

Las vacunas humanas han salvado 1.500 millones de vidas. Pero las prácticas de prevención, donde se encuadran la actuación veterinaria, las mejoras técnicas y, por supuesto, las vacunas animales, han hecho que estas vidas, y muchas más, hoy puedan contar con una nutrición adecuada.

Higia pecoris, salus populi.