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Zumo de pomelo, brócoli, leche, ajo ¿Qué alimentos pueden alterar los efectos de la medicación?

  • Las interacciones adversas entre alimentos y medicamentos se deben tanto al contenido y proporción de grasas, proteínas o hidratos de carbono, como a la cantidad de líquidos que tomamos

16 marzo, 2021


Rebeca Gil
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Es habitual que los prospectos de los medicamentos indiquen las interacciones que el fármaco en cuestión produce si se toma a la vez con otro medicamento. Pero ¿y si lo que como pudiera influir en la efectividad del tratamiento que sigo?

Pues sí, lo que comemos influye. Ya lo sabemos, aunque todavía no es suficientemente conocida la relación de los medicamentos con nuestra alimentación.

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Las interacciones entre fármacos y alimentos pueden ser de 3 tipos, según recoge un informe del Ministerio de Sanidad:

Fisicoquímicas: provocan una reducción de la cantidad de fármaco o de nutriente que absorbe el organismo.

Farmacocinéticas: el alimento provoca una modificación en la concentración del fármaco en el organismo, lo que puede hacer que su efecto aumente, disminuya o se retrase.

Farmacodinámicas: son interacciones que se dan directamente en el efecto del fármaco, potenciando su acción, disminuyéndola o eliminando la acción del medicamente. Este último tipo no se suelen producir, salvo en el caso de la sal con los antihipertensivos, o el consumo del alcohol con fármacos.

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El zumo de pomelo, el brócoli o la leche afectan a la medicación

Es de dominio público la influencia que elementos de las comidas diarias como la fibra, el té, el alcohol o el café tienen en la medicación. Pero hay muchos otros de los que apenas sabemos casi nada.

Además, las interacciones adversas entre alimentos y medicamentos se deben tanto al contenido y proporción de grasas, proteínas o hidratos de carbono, como a la cantidad de líquidos que tomamos.

Pongamos algunos ejemplos.

Está demostrado que la eficacia de los tratamientos contra el VIH con antirretrovirales tiene interacciones negativas con dietas de alto contenido en grasa porque reducen la absorción del fármaco hasta un 50 %, y por tanto reducen su eficacia.

Tampoco se recomienda una dieta rica en ajo durante estos tratamientos, porque reduce los niveles plasmáticos, la absorción, e incrementa la eliminación del fármaco.

Tomar cierta clase de antibióticos, como las fluoroquinolonas, con leche y derivados lácteos también reduce la capacidad orgánica de absorber el medicamento. Estos antibióticos sintéticos se utilizan para el tratamiento de un amplio espectro de infecciones bacterianas entre las que se incluyen infecciones de las vías urinarias y respiratorias, del aparato genital y gastrointestinal, así como infecciones cutáneas, óseas y articulares.

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En el caso de los anticoagulantes se sabe que el consumo de verduras crucíferas (brócoli, coliflor, remolacha, repollo…) aumenta la capacidad del hígado para metabolizar el fármaco, es decir, de destruirlo y desecharlo, lo que limita, y de forma considerable, su eficacia.

Otro alimento tan sano como el aguacate, también reduce la capacidad de absorción de los medicamentos destinados a evitar la coagulación de la sangre.

Mención especial merece la incidencia del consumo de zumo de pomelo durante determinados tratamientos. Tal y como explican desde el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valladolid, el jugo de este cítrico puede «provocar que exista más medicamento disponible en el torrente circulatorio y, por tanto, puede dar problemas de sobredosificación«.

La lista de fármacos que interactúan con el pomelo es muy, muy larga. Incluye medicamentos para la depresión, para arritmias, hipertensión o gota, antivirales, antihelmínticos, antihistamínicos, medicamentos para combatir la disfunción eréctil, o determinados tratamientos anticoagulantes.

Otro ejemplo de cómo la toma de medicamentos puede alterar la capacidad de absorción o presencia de determinados nutrientes en nuestro organismo son las bombas de protones, popularmente conocidos como protectores de estómago.

Existen estudios que demuestran que existe un vínculo entre el consumo continuado de este tipo de fármacos durante 2 o más años y unos bajos niveles de vitamina B12.

Esta vitamina es imprescindible para la producción de los glóbulos rojos, por lo que un déficit de ella provoca anemia y síntomas como fatiga, mareos, dificultades respiratorias, o debilidad muscular.

En conclusión, podemos decir que estás interacciones existen y que seguir las indicaciones del profesional sanitario para la toma de medicamentos (en ayunas, durante las comidas, pasadas x horas…) es muy importante y deben ser respetadas para evitar que el fármaco, lejos de curar, reduzca los efectos buscados o incluso se convierta en un peligro para nuestra salud.

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