Si tienes hermanos, hijos o sobrinos, habrás oído hablar de TikTok. E incluso es probable que seas uno de los millones de usuarios que usan a diario esta red social que se ha convertido en la sensación del momento.
No hay semana que un reto, sobre todo relacionado con la comida o «trucos» de salud, se viralice.
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Una de las tendencias más recientes consiste en congelar miel durante un periodo máximo de ocho horas en una botella de plástico y comerla como si de una gelatina se tratase.
Numerosos internautas han compartido bajo el hashtag #frozenhoney (miel congelada) las impresiones de este reto que, a priori, parece inofensivo pero que podría poner en grave riesgo nuestra salud.
El NIH (el Instituto Nacional de Salud por sus siglas en inglés) ha advertido de las consecuencias de consumir miel congelada para nuestro organismo. Y, es que, el consumo excesivo de alimentos dulces, como puede ser este, eleva el riesgo de padecer botulismo.
«La miel puede contener esporas de C. botulinum y ha sido una fuente de infección para los bebés», alertan desde el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos. «Los niños menores de 12 meses no deben consumir miel. Este alimento solo es seguro en personas mayores de 1 año», añaden.
¿Cómo sé si padezco botulismo?
El botulismo, de acuerdo al Departamento de Salud del Estado de Nueva York, es una intoxicación alimentaria ocasionada por las bacterias Clostrydium botulinum, C. baratii y C. butryricum.
Pero, ¿cómo se contrae esta enfermedad poco frecuente pero grave?
Aunque es una patología inusual, desde 1997 a 2013 solo se han diagnosticado 151 casos en España.
La enfermedad puede causar la muerte en el 5 al 10 por ciento de los casos, como alerta el Instituto de Salud Carlos III.
Este mismo organismo señala que hay tres tipos de botulismo. El más común es el transmitido por alimentos. También existe el botulismo intestinal o de heridas.
En cuanto a los síntomas, visión doble o borrosa y dificultad en el habla y para tragar. A menudo, el botulismo lleva consigo parálisis en extremidades como brazos y piernas, e incluso del tronco y los músculos respiratorios.
Enemigo para nuestra salud dental
Es de sobra conocido que el consumo excesivo de azúcar aumenta considerablemente el riesgo de padecer caries.
Además de recudir la ingesta de este tipo alimentos (ya sean golosinas o bollería industrial), es importante que nuestro dentífrico tenga flúor.
Es un los elementos químicos que reduce notablemente la aparición de caries. Al cepillarnos con una pasta que contiene flúor, nuestro esmalte se hace más resistente al ataque de los ácidos.
El flúor tiene, además, un efecto antibacteriano sobre aquellos microorganismos que provocan la caries. También evita la desmineralización del diente.
El consumo recomendado de azúcar al día, para adultos con un índice de masa corporal normal, es de 25 gramos al día. Esto equivale al 5 por ciento de la ingesta calórica diaria.
Una cucharada de miel contiene unos 17 gramos de azúcar, lo que supone el 68 por ciento del consumo máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Y, es que, aunque no nos demos cuenta, el azúcar es uno de los ingredientes más importantes en muchos de los alimentos que consumimos a diario y sin ser conscientes de su presencia. Es el caso, por ejemplo, del pan de molde.
Una simple rebanada de este producto, presente en la mayoría de los hogares a la hora del desayuno, puede contener hasta 8 gramos de azúcar.
Otro de los productos más azucarados es el tomate frito. Un brick pequeño tiene hasta 16 gramos.
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