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La pandemia no ha mejorado nuestros hábitos alimenticios

  • Según un estudio llevado a cabo por CIBER de Epidemiología y Salud Pública, el Instituto de Salud Carlos III y la Universidad Complutense de Madrid, los patrones de compra de alimentos en los hogares españoles cambiaron durante el confinamiento y después
  • Confirma el estudio que los cambios producidos no supusieron una mejora apreciable en la calidad nutricional de la dieta.

10 junio, 2021

Rebeca Gil

Cerró todo y en los supermercados, además del papel higiénico, la harina y la levadura desaparecieron de los estantes de los supermercados. Muchos descubrieron que eran capaces de cocinar y otros muchos tuvieron tiempo para desarrollar sus aptitudes culinarias.

A simple vista podría parecer que eliminadas las prisas y las largas jornadas fuera de casa sería una oportunidad estupenda para dedicar más tiempo a la comida y alimentarse mejor y más sano, pero parece que esto no ha sido así.

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Según un estudio epidemiológico nutricional llevado a cabo por CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) y la Universidad Complutense de Madrid, los patrones de compra de alimentos en los hogares españoles cambiaron durante el confinamiento y después, pero este cambio no supuso una mejoría apreciable en la calidad nutricional de la dieta.

El trabajo, publicado en la revista Nutrients, revela que se produjo un incremento en la compra de todos los grupos de alimentos en los hogares, especialmente entre marzo y junio de 2020, aunque este aumento comenzó antes del estado de alarma (febrero) y continuó, para algunos grupos de alimentos, después de su finalización.

Es fácil comprender que muchos de los que comían habitualmente fuera de casa, incluidos los niños, se quedaron en casa.

Cuando los investigadores han comparado los datos del mismo período de 2019, y han detectado que los mayores incrementos se realizaron en el mes de abril (40%), coincidiendo con la fase más estricta del confinamiento.

En todo el período de estudio, el pico de compra más alto correspondió a las bebidas alcohólicas en el mes de abril (aumentando hasta en un 75%), a las legumbres en marzo (63%) y los aperitivos también en abril (60%).

«De acuerdo con la cantidad de alimentos comprados en los hogares, estimamos un valor energético de la dieta de 2.801 kcal por persona y día en abril de 2020, lo que representa un aumento en 771 kcal por persona y día, es decir, un 38% más respecto al mismo mes de 2019», explica Emma Ruiz Moreno, investigadora del CIBERESP, de la Unidad de Epidemiología del Cáncer y Ambiental del Centro Nacional de Epidemiología (ISCIII) y una de las coordinadoras de este trabajo.

«En marzo y mayo, el aumento fue de 528 kcal y 520 kcal, respectivamente, más de un 26%, y en junio fue de 343 kcal, lo que supone más de un 18%», señala la investigadora.

Ante estos datos, la conclusión que extrae Susana del Pozo de la Calle, profesora de la Universidad Complutense de Madrid y otra de las coordinadoras del estudio es que «todo esto implica cambios en la calidad nutricional de la dieta en nuestros hogares, observándose que el aporte al total de la energía de la dieta por parte del alcohol y los ácidos grasos saturados aumentaron levemente en abril y se mantuvieron elevados hasta agosto».

Menos calcio, yodo o vitamina D y más alcohol

Si hablamos de la calidad de la dieta (calculando la densidad de nutrientes -cantidad de nutriente por cada 1.000 kcal-), los resultados fueron diversos. En comparación con 2019, durante los primeros ocho meses de 2020, se observó una reducción en la densidad de nutrientes como el calcio, yodo, zinc, selenio, riboflavina, vitaminas B12, D y A (especialmente en forma de retinol).

Por el contrario, hubo un aumento en la densidad de fibra, sodio, ácido fólico, carotenos y vitamina E.

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Lo que si consumimos demasiado fueron cervezas y vino. De hecho, según el estudio el contenido de alcohol por 1.000 kcal aumentó en más de un 20% con respecto a 2019 de abril a julio, manteniéndose entre los componentes de mayor aumento continuado de la dieta en los hogares españoles.

Los nuevos hábitos adquiridos en los hogares, tanto positivos como negativos, y sus posibles consecuencias, podrían no solo ser hechos puntuales debido a la situación vivida, sino que, algunos de ellos podrían consolidarse y mantenerse a lo largo del tiempo.

Los resultados de este trabajo remarcan la importancia de continuar con la vigilancia de la calidad de la dieta, con el fin de detectar precozmente posibles cambios dietéticos negativos y establecer las medidas preventivas correspondientes.

Además, concluyen las autoras, «es importante analizar los factores asociados a cambios en la dieta, identificando los grupos poblacionales más propensos a adquirir hábitos poco saludables y promover factores asociados a cambios alimentarios positivos».

El estudio se ha podido elaborar gracias a los datos de compras de alimentos en hogares que publica habitualmente el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, obtenidos en base a una muestra representativa de la población española a nivel nacional.

Esto ha permitido realizar comparaciones mes a mes entre compras antes y durante la pandemia, reduciendo el impacto que puede tener la variabilidad estacional en los hábitos de compra o la percepción de cambio de los encuestados.

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