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¿Podríamos considerar el dolor crónico una enfermedad?

El dolor crónico es considerado por la Organización Mundial de la Salud como una enfermedad en sí mismo.

Llamamos dolor crónico al que aparece cada día o la gran mayoría de los días en los últimos 6 meses, o el que persiste al menos 3 meses después de la duración normal del proceso causal.

Habitualmente está ligado en su origen a una lesión tisular, ósea, vascular o visceral, que induce modificaciones del sistema nervioso nociceptivo tanto a nivel periférico como central, y que conducen a una mayor sensibilidad a los estímulos nocivos (hiperalgesia) y al aumento de la duración de las respuestas de dolor a los mismos.

El dolor crónico no es por tanto, en muchos casos, proporcional al daño causante del mismo.

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Pequeñas lesiones como las producidas por un herpes zóster o una pequeña incisión quirúrgica pueden derivar en un gran dolor. En ocasiones aparece dolor espontáneo, es decir en ausencia de un estímulo manifiesto. En estos casos el dolor suele tener un componente neuropático, consecuencia de la lesión nerviosa producida por el estímulo nocivo inicial.

A pesar de todas las alternativas terapéuticas de las que actualmente se dispone, un 30% de los pacientes con dolor crónico no encuentran alivio efectivo.

En la vivencia del dolor crónico, además de la lesión en el sistema nervioso, influyen otra serie de factores como las experiencias previas de dolor, la personalidad del sujeto o su estado emocional. La combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales determinan que el dolor que experimentan los seres humanos sea difícilmente reproducible en toda su complejidad en otros animales.

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Además, la participación de múltiples neurotransmisores, receptores, canales iónicos en estructuras nerviosas muy diferentes, obliga a utilizar abordajes integradores (farmacológicos y no farmacológicos) para tratar de aliviar este tipo de dolor.

Según datos del 2009 sobre la prevalencia del dolor en la Atención Primaria en España, uno de cada tres pacientes sufría dolor y de ellos la mitad eran diagnosticados de dolor crónico.

Los cuadros más habituales de dolor crónico son la migraña, la neuralgia del trigémino y la postherpética, la neuropatía diabética, la lumbociatálgia, el síndrome del túnel carpiano y los dolores crónicos osteoarticulares.

Hay otros cuadros médicos, como la esclerosis múltiple o los accidentes cerebrovasculares que, afectando de forma evidente al sistema motor (falta progresiva de movilidad, o inmovilidad de determinadas zonas del cuerpo), pueden causar también alteraciones en el sistema nervioso sensitivo que frecuentemente producen dolor crónico.