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La vuelta al cole
¿es una invitación para el desastre?

  • El 70% de 511 reputados epidemiólogos encuestados asegura que no llevaría a sus hijos al colegio hasta ver cómo evoluciona la Covid
  • Deberíamos tener un plan para bajar el número de alumnos por aula. Italia lo ha hecho. Contrató 130.000 nuevos profesores
  • Expertos tendrían que haber optimizado sistemas de ventilación eficaces en los colegios, para utilizar antes de iniciar las clases

04 septiembre, 2020


Eduardo Costas.
Catedrático de Genética de la UCM.
ACADÉMICO CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA NACIONAL DE FARMACIA

En 1931, Kurt Gödel, un brillante científico que trabajaba en la Universidad de Viena, demostró dos memorables teoremas, conocidos como los teoremas de la incompletitud, que cambiaron para siempre la historia de la ciencia.

El primero prueba que ni siquiera una teoría matemática formal es a la vez consistente y completa. El segundo establece que, si un sistema axiomático es consistente, entonces no es posible demostrarlo mediante dichos axiomas.

En otras palabras más sencillas: Gödel demostró que incluso dentro de las matemáticas, el sistema de conocimiento más perfecto del que disponemos, hay enunciados que nunca podremos saber si son ciertos o falsos.

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Recordar a Gödel es relevante a la hora de tomar decisiones sobre lo que hacer en tiempos de Covid-19.

Por ejemplo, es muy difícil saber a priori si vamos a acertar, o no, con la vuelta al cole de los niños en plena pandemia de Covid-19.

El 70% de los epidemiólogos no llevarán a sus hijos al colegio

Hay indicios muy preocupantes. En una exhaustiva encuesta (de la que el New York Times publicó numerosos detalles) se preguntó a 511 de los más reputados epidemiólogos del mundo cuándo pensaban enviar de nuevo a sus hijos al colegio. El resultado fue demoledor: el 70% de los expertos aseguraron que en ningún caso los enviarían al cole ahora mismo, sino que esperarían entre 3 y 12 meses hasta ver como evoluciona la enfermedad.

Más reveladora todavía es la opinión de ese 30% de expertos que sí están dispuestos a enviar a sus hijos al cole en estos momentos. En su decisión valoran, sobre todo, el supuesto impacto que tendría para los niños, y especialmente para sus familias, mantenerlos en casa.

Su argumento podría resumirse en: “Los niños necesitan volver al cole, y sus padres lo necesitan mucho más”.

¿En qué medida nos planteamos que los niños vuelvan al cole porque no podemos seguir aguantándolos más tiempo en casa?

También hay niños hospitalizados

No nos engañemos. Aunque prefiramos mirar para otro lado, enviar a los niños de vuelta al cole en unas circunstancias como las que se dan actualmente en numerosos lugares de España es una invitación, más que probable, al desastre.

Los partidarios de volver al cole aseguran que los niños resisten mejor la Covid-19 que los mayores. Es una obviedad. Por supuesto que los niños resisten bien el coronavirus. También tienen mucha menor tasa de infartos, de cáncer o de Alzheimer. A fin de cuentas, envejecer aumenta enormemente la probabilidad de enfermar y morir.

Pero no podemos olvidar que en nuestro país el 4% de los niños que se infectan con el coronavirus terminan hospitalizados. Y para empeorar las cosas, el porcentaje de niños que necesita hospitalización está aumentando con el paso de las semanas. Por si esto fuera poco, lo peor es que a día de hoy nadie sabe qué secuelas les podría dejar la enfermedad.

Tampoco podemos olvidar que en este momento la incidencia de Covid-19 entre los niños es significativamente más alta de lo que fue de marzo a mayo. A día de hoy todos los grupos de edad infantil tienen elevadas incidencias de Covid-19.

Los que defienden la vuelta al cole también sostienen que hay indicios de que los niños contagian menos la enfermedad que los adultos. Incluso asumiendo que fuera así (lo que no es seguro), lo importante es que los niños contagian la enfermedad.

Por eso es indudable que van a contribuir a incrementar los casos de contagio cuando lo imprescindible en este momento es tomar todas y cada una de las medidas que contribuyan a reducirlos. De seguir así, más pronto que tarde el repuntar de la pandemia amenazará con colapsar la sanidad, hará necesarios nuevos confinamientos y los colegios tendrán que cerrar otra vez sus puertas.

Hay que decirlo claramente: Ir al cole es, en sí mismo, extremadamente peligroso.

¿Se puede hacer bien la vuelta al cole?

Para luchar contra la Covid-19 una de las medidas que se ha demostrado más eficaz es limitar el número de asistentes a eventos sociales (reuniones, banquetes, bares, restaurantes, discotecas, bodas, bautizos, misas…). Pero el número de asistentes a un colegio es enorme, si lo comparamos con todas estas otras actividades que están con severas restricciones.

De todos modos, la verdadera cuestión no está en debatir si los niños tienen, o no, que volver al cole. La cuestión está en cómo tienen que volver para que sea seguro.

Científicamente podría darse una vuelta al colegio bastante segura en 2 situaciones:

1. Los niños están volviendo al cole, sin apenas medidas especiales, en diversas zonas de los países que están consiguiendo mantener cifras de contagio bajísimas (o nulas) y realizan seguimientos masivos que les permiten mantener a la Covid-19 bajo un control total. Paradójicamente Wuhan es, hoy en día, una de ellas.

2. Los niños también podrían volver, de forma relativamente segura, a centros en los que se tomen una serie de medidas excepcionales, muy rigurosas, que reduzcan la probabilidad de contagio. Estamos hablando de limitación de alumnos por clase, suficiente personal tanto docente como de apoyo, infraestructuras adecuadas, etc.

Hay que decirlo claramente: no cumplimos ni lo uno, ni lo otro.

Por una parte, somos uno de los países del mundo que se encuentra en peor situación por la Covid-19. Nuestras tasas de contagiados por cada 100.000 habitantes son de las mayores del planeta, resultando extremadamente preocupantes en lugares tan relevantes como la Comunidad de Madrid (con el 35% del total de casos de España) y escandalosas en algunos sitios como el barrio de Vallecas.

Aunque no nos guste, no podemos olvidar que incluso si utilizamos las no creíbles cifras oficiales, somos el cuarto país del mundo con mayor tasa de muertos por coronavirus por cada 100.000 habitantes. Una estadística que empeora dramáticamente si utilizamos las cifras que acaba de dar el prestigioso Instituto de Salud Carlos III, que sitúa en 47.000 (no en 29.000) el exceso de mortalidad durante los meses de pandemia.

Y si nos centramos en la cifra de contagios, aunque las comparaciones entre países no son todo lo buenas que debieran como resultado del diferente esfuerzo diagnóstico, a día de hoy es seguro que estamos entre los países con mayor prevalencia de Covid-19. Y las cifras siguen creciendo descontroladamente.

La ventilación de las aulas es clave

Por otra parte, los políticos tampoco han estudiado y diseñado a tiempo los cambios necesarios para que los colegios sean seguros. No les ha debido dar tiempo desde la playa.

Un par de ejemplos:

– Deberíamos haber hecho un plan para bajar, lo máximo posible, el número de alumnos por aula. No era un imposible. Italia lo ha hecho. Ha anunciado la contratación de 80.000 nuevos profesores fijos y 50.000 eventuales. Y encima nosotros partimos de una de las más escasas plantillas de profesores, con las mayores ratios de alumnos por clase de la Unión Europea. Y, lo que es todavía más preocupante, con una de las plantillas más envejecidas, con una elevada ratio de mayores de 60 años.

A día de hoy conocemos bien los mecanismos por los que se contagia el SARS-CoV-2. Y más de la mitad de estos contagios se producen por el aire a partir de aerosoles. Para prevenirlos, la ventilación es esencial, Y eso también se podría haber hecho durante este verano.

Una serie de expertos en el tema tendrían que haber visitado los colegios para optimizar sistemas de ventilación eficaces que tendrían que ponerse en marcha antes de iniciar las clases presenciales. Por supuesto, no se ha hecho. Es probable que no sea fácil de hacer porque gran parte de nuestras infraestructuras educativas están obsoletas, pero al menos habría que haber dado los pasos necesarios.

A cambio nos hemos conformado con promulgar una norma sobre cómo tiene que ser esta ventilación. Tan solo burocracia ineficaz.

Tampoco la gestión práctica de nuestros políticos parece la más adecuada:

Generar colas kilométricas, con aglomeraciones de miles de profesores totalmente hacinados, sin poder guardar la distancia de seguridad, para realizar unas pruebas serológicas de más que dudosa utilidad, es la mejor manera de provocar un rápido desastre.

Sorprende que se realicen este tipo de pruebas tan poco adecuadas a lo que se pretende.

Porque quien haya contraído recientemente la Covid-19 y esté en su máximo potencial de contagio, dará negativo en la prueba (aún no habrá desarrollado anticuerpos), se incorporará a clase y podrá contagiar a muchos.

Por el contrario, quien ya haya pasado la Covid-19 y vencido a la enfermedad, tendrá anticuerpos y no contagiará, pero no se podrá incorporar a clase hasta después de haber realizado una PCR.

Llama la atención, además, que la Comunidad de Madrid haya encargado estas pruebas a una empresa privada por una adjudicación de urgencia.

Otra: Las recientes declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso resultan esperpénticas: «Es probable que prácticamente todos los niños se contagien con la Covid-19».

Antes de hablar, más le valdría hacer un sencillo cálculo: con aproximadamente 1.180.000 alumnos matriculados en enseñanzas de Régimen General en la Comunidad de Madrid, si se contagiasen todos, en el mejor de los casos más de 47.000 alumnos necesitarían hospitalización. ¿De verdad se ha hecho la presidenta una idea de lo que eso significa?

Compitiendo por el mayor disparate, la ministra de Educación Isabel Celaá recuerda a los padres la “obligatoriedad de la educación de los alumnos más allá del temor a la pandemia del coronavirus”. Los consejeros de Educación de las distintas comunidades autónomas le hacen el coro. Se amenaza a los padres que no quieren enviar a sus hijos a clase ante la grave situación de riesgo.

Pensemos en Corea del Sur, uno de los países del mundo que más esfuerzo ha dedicado a la gestión de la Covid-19 y que más se ha preparado para una “vuelta al cole” segura. A pesar de ello, al poco de empezar el curso se contagiaron algo más de 100 niños. Inmediatamente han vuelto a cerrar las escuelas y han retomado las clases online.

Sin pagar las consecuencias es muy fácil tomar decisiones. ¿Qué va a pasar aquí cuando los niños empiecen a contagiarse a miles? ¿Veremos dimitir a alguien si algunos niños mueren o quedan con secuelas graves de por vida?

Seguro que no.

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