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Salud y cambio global (6): Los Microplásticos ya invaden nuestro cerebro, pulmones…

  • Incluso en las zonas oceánicas más profundas, donde los humanos casi nunca llegamos, hay más de 14 millones de toneladas
  • La lista de los efectos nocivos que producen los microplásticps en la salud no para de crecer, y solo estamos empezando a investigar
  • Los microplásticos de hoy son los nanoplásticos del mañana. Y cuanto más pequeños, más peligrosos

22 octubre, 2021


Eduardo Costas.
Catedrático de Genética de la UCM.
ACADÉMICO CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA NACIONAL DE FARMACIA

Victoria López Rodas.
Catedrática de Genética de la Universidad Complutense.

Hagamos un experimento. Coge tu tarjeta de crédito. Rállala con una lima hasta que esté finamente pulverizada. Come ese polvo.

Seguramente no quieras hacerlo. Pero la realidad es que lo haces, sin saberlo, al menos una vez a la semana y a menudo entre 2 y 3 veces.

Es la cantidad de microplásticos que ingerimos a través del agua que bebemos (sea de grifo o mineral) y de lo que comemos. Desafortunadamente también los respiramos.

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Los microplásticos están en todas partes

Los microplásticos están por todas partes en cantidades ingentes. Incluso en los lugares más prístinos del planeta: en la Antártida, el Everest, o los Parques Nacionales más remotos, las profundidades abisales marinas, o en las capas altas de la atmósfera.

Solo en las zonas oceánicas más profundas, que es el único lugar de la Tierra donde los seres humanos casi nunca llegamos, hay más de 14 millones de toneladas de microplásticos, y cada año esa cantidad crece muy rápidamente.

En grandes zonas del mar ya hay mucho más plástico que peces.

De hecho, los microplásticos se encuentran en todos los alimentos que consumimos:

  • Alcanzan máximos en mejillones, ostras, berberechos y otros moluscos y crustáceos filtradores.
  • Están en todo tipo de carnes y pescados, verduras y frutas, e incluso en la sal común o en la miel.
  • También están en el agua que sale por nuestros grifos. Y mucho más en el agua embotellada.
  • Abundan en muchas marcas de pasta de dientes, en los geles de ducha y en gran cantidad de cosméticos.
  • También la ropa de fibras sintéticas es una importante fuente de microplásticos.

Hoy en día es imposible no estar expuesto a grandes cantidades de microplásticos.

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Afecta hasta a los bebés

Ante semejante exposición no es de extrañar que los microplásticos terminen dentro de nuestro organismo acumulándose en grandes cantidades en nuestros pulmones, hígado, bazo y riñones.

La exposición al microplástico comienza nada más nacer.

Un bebé puede llegar a ingerir más de un millón de partículas de microplásticos a través de los biberones y la leche materna.

El problema es colosal.

Cada año producimos 360 millones de toneladas de plástico en el mundo. Para hacernos una idea, es una cantidad similar al total de la producción mundial de patatas, uno de los cultivos base en la alimentación humana.

Buena parte de este plástico se tira. Acaba deshaciéndose en fragmentos cada vez más pequeños.

Los consideramos microplásticos cuando alcanzan un diámetro menor de 5 mm. Si son más pequeños de una micra se consideran nanoplásticos.

Negocio antes que nada

Con los plásticos hemos seguido nuestro abordaje habitual. Su fabricación y uso resultó ser un buen negocio.

Por un  supuesto «bien» de la economía, los utilizamos en cantidades ingentes sin haber estudiado suficientemente sus efectos adversos.

Los empleamos extensamente como si fuesen inocuos.

Cuando se detectaron contaminando todos los hábitats del mundo se interpretó como un problema medioambiental. Y ahora que ya hemos contaminado todo el planeta de forma tal que el problema de los micro y nanoplásticos durará siglos, caemos en la cuenta de que son dañinos para nuestra salud.

Consecuencias para nuestra salud

Los estudios sobre los efectos de los microplásticos no han hecho nada más que empezar. Y pese a eso, la lista de los efectos que producen en nuestra salud no para de crecer.

Por ejemplo al principio se observó que en los colectivos más expuestos a microplásticos por vía respiratoria (como los trabajadores de la industria del plástico) la incidencia de enfermedades pulmonares era muy elevada.

Y esta incidencia aumentaba mucho a medida que el tiempo de exposición era mayor.

  • Al principio de la exposición solo aparecen inflamaciones y alergias.
  • En bajas dosis es posible que no tengan una toxicidad aguda. Pero si la exposición persiste termina provocando fibrosis con grave pérdida de la capacidad pulmonar.
  • Cuando ingerimos microplásticos menores de 10 micras, lo que ocurre es que estos migran desde el estómago hasta los sistemas circulatorio y linfático, provocando una exposición sistémica en todo el organismo.
  • Finalmente terminan acumulándose en el cerebro, los riñones y el hígado.
  • En exposiciones prolongadas producen diversos tipos de daño celular y generan estrés oxidativo.
  • Desencadenan reacciones de inflamación y producen alteraciones significativas en el sistema inmune.
  • Y ya están implicados en problemas de neurotoxicidad. Y causan daño al DNA.

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Los nanoplásticos son peores

Actualmente la mayoría de los datos sobre exposición a microplásticos de los que disponemos se limitan tan solo a las partículas más grandes (de 10 a 50 micras).

Pero nuestros análisis subestiman la exposición real que sufrimos, puesto que no detectan las partículas más pequeñas. Y estas partículas son las que presentan más toxicidad.

Sin duda el problema con los nanoplásticos es todavía peor.

Son tan pequeños que no tienen dificultades para atravesar las membranas biológicas.

Por eso preocupan especialmente las interacciones de estos nanoplásticos con diversas células del sistema inmune, así como las alteraciones en el desarrollo de los bebés.

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Tipos de microplásticos y sus efectos en la salud

Los microplásticos son extraordinariamente heterogéneos en su tamaño y forma. Pueden ser fibras, fragmentos de múltiples formas o esferas. Aún no conocemos cuales son los más dañinos.

Además los microplásticos están compuestos por diferentes productos químicos, algunos de ellos más tóxicos que otros.

Por ejemplo el bisfenol A, un microplástico extraordinariamente abundante en la naturaleza, está implicado en problemas que afectan a cientos de millones de personas como la hipertensión, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares.

También se ha demostrado que el bisfenol A causa daños neurológicos.

Algunos microplásticos son disruptores hormonales y están implicados en la pérdida de fertilidad.

La calidad espermática está disminuyendo alarmantemente, así como también la producción de ovocitos. En algunas áreas hasta el 15% de las parejas necesitan someterse a técnicas de reproducción asistida para tener hijos.

Cada vez se acumulan más evidencias de que los microplásticos también están implicados en el cáncer.

Pero por más desolador que resulte este panorama, los microplásticos tienen todavía más efectos perjudiciales.

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Taxis para patógenos

Se ha demostrado que los microplásticos, además de sus propios efectos dañinos, se comportan como “taxis” para microorganismos patógenos que entran en nuestro cuerpo adheridos a su superficie.

Peor aún es el hecho de que multitud de productos químicos, muchos de ellos muy tóxicos, se pegan a la superficie de microplásticos, lo que les ayuda a penetrar en nuestro organismo.

Según Science (una de las más prestigiosas revistas científicas del mundo) la mayor parte de los riesgos para la salud humana de los microplásticos y nanoplásticos aún son desconocidos, aunque las perspectivas de futuro son realmente desoladoras.

Aunque parásemos en en este mismo instante la producción de microplásticos, la cantidad de los que ya hemos liberado es tan grande que el problema durará siglos, con el agravante de que cada vez se fragmentan más y los microplásticos de hoy serán los nanoplásticos del mañana.

Todavía no se han estimado con precisión los millones de muertos que han causado los microplásticos a la humanidad.

Desafortunadamente sabemos que causarán muchísimos más.

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