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Salud

Una amiga china está preocupada porque ha venido un italiano
¡que podría estar infectado!

03 marzo, 2020

Beatriz Pérez Argüelles

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Nihao!

Después de un largo descanso y un espacio de reflexión para asimilar la nueva situación que me ofrece China, me he dispuesto a recorrer las calles amigas donde ya me sentía una habitante más… aunque esta vez casi me he sentido la única.

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Nada ha sido igual. Ni siquiera las fachadas y el asfalto que ya me resultaban tan familiares.

El primer cambio y más llamativo ha sido encontrar el recinto de mi barrio precintado con altas vayas para limitar el paso de vehículos. Han dejado sólo pequeñas entradas para el libre acceso de habitantes y motos de reparto de comida a domicilio, que es lo único que sigue funcionando con la regularidad de siempre o que incluso ha aumentado: los orientales siguen pidiendo comida a los restaurantes, pero no se atreven a disfrutarla en los comedores. Muchos locales permanecen cerrados, aunque las tiendas de alimentación se mantienen abiertas.

Tras compartir entre mis amigos una foto de mi sonrisa tapada con una mascarilla por las calles de la ciudad los propios chinos me han preguntado “¿cómo está la calle, hay gente fuera?” Y yo me pregunto a mí misma, ¿estaré arriesgando mi vida? (irónicamente).

Lo cierto es que la sensación que me transmite Yiwu es de estar viviendo la resaca de una catástrofe. La afluencia de coches por las carreteras es apenas inexistente y en todo el recorrido me habré cruzado con no más de cuatro personas.

Normalmente, desde mi vivienda hasta el centro comercial que solía frecuentar, el tráfico era denso y el movimiento de personas el normal de una ciudad. Pero ahora podríamos hablar de un lugar que pareciera deshabitado. Los adornos de las vacaciones de Año nuevo no se han retirado, aún cuelgan sobre los árboles ausentes de hojas los farolillos rojos, balanceándose solitariamente.

Para acceder al centro comercial es necesario mostrar el ‘QR’ de salud del que hablé anteriormente, y sigue siendo imprescindible tomarse la temperatura en la puerta.
Dentro se respira el mismo ambiente que hay fuera: largos pasillos inhabitados, tiendas abiertas y dependientes aburridos con la mascarilla puesta. No todo permanece abierto: las tiendas del grupo INDITEX están cerradas y muchos de los restaurantes también.

Y conste que no he visitado el centro comercial a las nueve de la mañana, donde tal vez podría entenderse que algunos comercios aún no estuvieran abiertos y la ausencia de gente, no, he ido a la hora donde más movimiento podía verse: la hora de cenar aquí (sobre las 18.00h).

Los restaurantes lucían mesas relucientes, salones vacíos e incluso algunos apagados. Eso sí: las cocinas están abiertas. Aunque no reciban físicamente clientes, sí atienden al teléfono y están dispuestos a entregar su exquisita comida a domicilio. En la entrada del centro comercial hay una mesa donde cada restaurante deja la comida empaquetada y su repartidor la recoge para hacer la entrega.

Para pasar al supermercado, las medidas son algo más exigentes, tuve que mostrar mi documentación, el QR de salud y fue necesario tomarme la temperatura. Además, sobre una mesa tienen desinfectante para las manos que es necesario usar antes de entrar.

Desde que he salido de casa hasta que he vuelto, han tenido que tomarme la temperatura corporal, sin exagerar, seis veces. En una ocasión he querido hacerme una selfie y el encargado de apuntar la temperatura me ha exigido enseñarle la foto. El estado de alerta les mantiene muy paranoicos. No es la primera ocasión en la que me han pedido ver la foto que estaba haciendo y esto me resulta realmente llamativo pues, hace no mucho tiempo, ellos mismos se divertían integrándose espontáneamente en una foto o incluso tomando la iniciativa de pedir hacerse una conmigo.

Otros lugares han limitado su horario de apertura, y donde anteriormente podías gozar de un extenso horario hasta las diez de la noche ahora cierran a las 17h.
Los parques se mantienen abiertos, pero han bloqueado los paseos más próximos a las zonas de agua y es corriente encontrarse grandes carteles que dicen “Lleven mascarillas al salir de casa. Lleven mascarillas”.

Y yo me pregunto, y les pregunto a ellos ¿hasta cuándo vamos a estar así? Y todos parecen responder lo mismo de distinta manera “nadie sabe quién está contagiado” “necesitamos estar seguros” “precaución”. ¿Y qué más se necesita?

Mañana iré al colegio y desde allí os seguiré contando con cuántas sorpresas me puedo encontrar, ¿sabrán por fin cuándo empezarán las clases?

Baibai

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