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La otra cara de la pandemia y sus consecuencias en la salud mental

  • La ideación suicida y los trastornos de la alimentación han sido la principal causa de los ingresos hospitalarios
  • La pandemia ha provocado que un número creciente de menores haya sentido desesperanza, inseguridad, tristeza o ansiedad.
  • La segunda causa de muerte en población infantojuvenil es el suicidio.

07 octubre, 2021

Rebeca Gil

El Hospital General Universitario Gregorio Marañón ha detectado, en los últimos meses, un incremento de trastornos graves de salud mental en niños y adolescentes de 10 a 18 años.

Sobre todo, han aumentado los ingresos por ideación suicida, jóvenes que han intentado quitarse la vida o piensan en ello, y también, por trastornos de la alimentación, fundamentalmente anorexia nerviosa.

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Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, explica que una de las causas de este crecimiento en la incidencia de la salud mental de los jóvenes se debe a que el confinamiento y las restricciones por la pandemia han coincidido con un momento evolutivo especialmente sensible.

Hablamos de edades en las que se «comienza a tomar decisiones, a sentirse autónomos, proyectarse en el futuro, depender de las relaciones sociales para su desarrollo, etc».

Además, explica Arango, «se tiende a pensar en estas edades que mucho de lo que sucede es irreversible en el tiempo».

Todo ello ha hecho que la pandemia haya supuesto «una enorme cicatriz en esta población que ha visto restringida su capacidad de decidir sobre su futuro, por lo que un número creciente de menores han sentido desesperanza, tienen dificultad para encontrar sentido a su vida, verbalizan ideas de muerte, se vuelven más inseguros, tristes, ansiosos, impulsivos, se autolesionan o dejan de comer porque es la única forma en la que sienten que tienen control sobre su cuerpo», afirma el psiquiatra.

Detección temprana y prevención

María Dolores Picouto, psiquiatra de la Unidad de Ingreso de Adolescentes del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Marañón, indica que «la detección temprana y la prevención son muy importantes».

Por eso, de cara a este curso escolar, «fomentar la relación y comunicación con la familia es fundamental ya que está demostrado que protege frente a enfermedades mentales en menores. Es clave que los niños y adolescentes realicen actividades en familia y que se sientan apoyados, pero también deben tener límites claros».

Retomar y cuidar hábitos y rutinas

Dentro del ámbito de la prevención, la doctora Picouto aconseja cuidar las rutinas a todos los niveles:

  • Si hablamos del sueño, dormir entre 9 y 10 horas diarias es lo recomendable a estas edades.
  • En cuanto a la alimentación, no debe haber alimentos prohibidos, hay que intentar seguir una dieta saludable y variada, sin saltarse comidas.
  • El ejercicio aporta a los adolescentes beneficios físicos, ya que se previene la obesidad y el sedentarismo. «Además, aumenta la autoestima y ayuda a regular emociones negativas como la ansiedad o la tristeza”, subraya la especialista.
  • Los expertos también señalan que las amistades juegan un papel muy importante en la adolescencia. Desde la infancia es fundamental que aprendan a desarrollar habilidades para mantener relaciones interpersonales basadas en el respeto mutuo y evitar así el aislamiento.
  • Por otro lado, es preciso educar a los niños y adolescentes en el uso responsable y seguro de internet, de las redes sociales y de los videojuegos. El objetivo es que el impacto de las nuevas tecnologías sea positivo para el desarrollo de los niños y adolescentes. De lo contrario, pueden aparecer problemas mentales asociados a un uso inadecuado de éstas, como ha sucedido durante el confinamiento con una exposición excesiva a pantallas, redes sociales e internet.

El suicidio se puede prevenir

Los familiares que conviven con los menores son los que mejor pueden realizar una detección temprana de cualquier problema de salud mental.

Celso Arango advierte a los padres de algunas señales que pueden alertar sobre este tipo de trastornos:

  • Cambios de comportamiento.
  • Mayor irritabilidad o susceptibilidad.
  • Tristeza.
  • Aislamiento.
  • Alteraciones del sueño y de la alimentación.
  • Preocupación excesiva por su imagen física.
  • Sensación de desesperanza.
  • Hablar excesivamente o con preocupación sobre aspectos relacionados sobre la muerte.

Arango insiste en que los padres «estén muy pendientes y que pidan cita con su pediatra o médico de atención primaria para que, si lo estima oportuno, les pueda derivar a atención especializada y que la situación no se cronifique en el tiempo».

El coronavirus ha incrementado los casos de trastornos mentales en niños adolescentes
El coronavirus ha incrementado los casos de trastornos mentales en niños y jóvenes

El suicidio segunda causa de muerte entre niños y jóvenes

La segunda causa de muerte en población infantojuvenil es el suicidio, sólo por detrás de los accidentes. Y más del 95% de estos casos de suicidio están relacionados con el trastorno mental.

La manifestación de los menores de quitarse la vida o preguntar sobre la muerte es un síntoma más de un trastorno mental de base.

Por lo tanto, es preciso que los familiares están atentos a estas señales, ya que los menores pueden ser tratados y fruto del tratamiento y de su mejoría desaparecerá lo que los médicos denominan «ideación suicida». El suicidio se puede prevenir, asevera el Dr. Arango.

Aumento de los trastornos de conducta alimentaria

En cuanto al aumento de los trastornos de la conducta alimentaria, los especialistas señalan que ha sido muy importante tras la pandemia. Tanto en casos nuevos como reagudización de jóvenes que ya tenían algún tipo de trastorno de este tipo.

También estos trastornos pueden ser detectados por el entorno familiar del menor. Entre los signos de alarma Celso Arango señala:

  • El menor dejar de comer.
  • Pérdida muy rápida de peso.
  • Conductas extrañas a la hora de las comidas.
  • Cuando el menor desaparece después de comer.
  • Un exceso de ejercicio físico.
  • Preocupación por el valor calórico de los alimentos.
  • Provocación de vómitos.

Ante cualquiera de estos comportamientos «hay que actuar y pedir ayuda para que no se llegue a pesos bajos que luego son muy difíciles de recuperar. Cuanto antes sea tratado mejor será su pronóstico», indica el psiquiatra Celso Arango.

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